Enrique Castillo-Pesado

Ficción financiera

Enrique Castillo-Pesado

12 May, 2012

Vestir made in China ya no es sinónimo de mercadillo

Todo el mundo habla de la tierra prometida de las figuras célebres. Messi, Cristiano Ronaldo, Paris Hilton o Victoria Beckham dirigen sus ojos hacia el gigante asiático “para hacer caja”. Mire, estimado lector, China está de moda y no va ser un fenómeno pasajero. Lu Kun lo tiene muy claro. Y por supuesto, sabe de qué habla. Es uno de los diseñadores más célebres de Shangái, y no gracias a los locales. Encontró la inspiración en la mujer de Shanghái canalla de las décadas de 1920 y 1930, la primera era dorada de la megalópolis que sirvió de entrada para las potencias de occidente. Entonces Mao todavía estaba a la sombra, la República de China no se había colgado la etiqueta de popular, y la Perla de Oriente brillaba con un esplendor que ha recuperado ahora gracias a las reformas económicas que inició Deng Xiaoping en los 80.

Lu Kun ha sabido hacer caja con sus telas mínimas, en las que suma el atrevimiento propio de occidente a elementos tradicionales chinos “que venden bien”. Y al resultado le añade un toque excéntrico. Es la mezcla perfecta para atraer figuras o celebridades mundiales. “De cara a sus compatriotas es cool vestir algo diseñado en China y que tenga un toque vanguardista”, relata. Y debe tener razón, porque entre su cartera de clientes se encuentran Paris Hilton, Jennifer López y Victoria Beckham, que curiosamente escogió Japón para certificar en enero su regreso al papel couché. Más que comprar, lo que desean las celebridades occidentales es vender. La inversión publicitaria en los mercados occidentales se desplomó, y el tesoro se queda en las arcas asiáticas, sobre todo en las chinas. China gastó en 2011 más de 10 mil millones de dólares (siete mil 600 millones de euros) en publicidad en medios de comunicación y prevén que en 2012 la factura crezca 17%. La consultora PricewaterhouseCoopers espera que le arrebate la medalla de plata a Japón en 2014. La crisis es un aliciente más para que las empresas del gran dragón lancen su ofensiva global, y sus directivos son conscientes de que las caras conocidas ayudarán a combatir la mala reputación de los productos chinos.

¿Hablar mandarín?

Sé de muchas celebridades o políticos que se han puesto a aprender mandarín. En México, muchos jóvenes lo hablan perfecto. Mira Sorvino (amiga de Salma Hayek) y Emma Watson son garantía de éxito porque dominan el mandarín. No es una condición indispensable. Lo intuyen muy bien Messi y Ronaldo, cuyos “ni haos” suenan extraterrestres en varios anuncios de qq.com, el principal servicio de chat del país. No en vano la marca Chery fichó a Messi para lanzar el G5 de su línea Riich, por lo que habría percibido cinco millones de euros, según la prensa china, y el portavoz del principal fabricante de autos chinos; anunció que uno de los motores más potentes llevará ¡el nombre de Messi!

Relevo familiar

No hace mucho tiempo estuve en Treviso (muy cerca de Venecia), acompañando a Carlos Laviada, Laura Diez Barroso Azcárraga, Tony Scheffler, y etcétera, quienes estuvimos en casa de la firma de moda, invitados por la propia familia de Luciano Benetton. Ahora resulta que su hijo Alessandro es actualmente el máximo responsable de la famosa firma. Luciano, el fundador, pasó el testigo a su hijo en un momento complicado para la firma. La empresa que nació en 1964, hoy tiene presencia en 120 países. Sé que facturó el año pasado dos mil 32 millones, 1% menos. El beneficio cayó más de 28%, hasta los 73 millones. Alessandro llegó a la firma familiar hasta 2005. Este ejecutivo, 48 años de edad, estudió en la Universidad de Boston, realizó un máster en la Harvard Business School y comenzó su carrera en Goldman Sachs. En 1992 fundó una firma de capital de riesgo, 21 Investimenti, y continúa siendo presidente. Este holding de participaciones maneja mil 200 millones de patrimonio.

Entre los planes del nuevo Benetton están la renovación de tiendas, una nueva estrategia de comunicación y “apostar por la experiencia de compra”. La última camapaña de la firma, UNHATE, formada por imágenes donde políticos y presidentes o mandatarios se besan, fue la primera de la que se responsabilizó Alessandro. Me acuerdo que en principio la firma destacaba por las prendas de punto y su apoyo y control de un equipo en las carreras de Fórmula Uno. En 1986, empezó a cotizar en la Bolsa de Milán, pero los colores de Benetton perdieron brillo en los últimos años. El objetivo de Alessandro “es devolverle la presencia internacional y aumentar la facturación”. Ellos desean aumentar el peso de su negocio en países como India, Brasil y Rusia y en los mercados de Centroamérica. México, para Benetton, ¡quedó a la deriva!

Fallece la Dama del cemento

Me acuerdo cuando vivía en Buenos Aires y leía diariamente un espectacular que decía “Observa algo grande y me verás. Toca las paredes de tu hogar y me sentirás. Mira tu pasado y me recordarás. Proyecta tu futuro y me encontrarás”. Así rezaba la publicidad de la cementera argentina Loma Negra y detrás de esa empresa estaba una dama sobre la que se podía aplicar el mismo lema: María Amalia Sara Lacroze Reyes Uribe de Fortabat Pourtale, conocida como Amalita, a la que conocí en 1969, en el Jockey Club de la capital argentina. Por supuesto, nació millonaria en dólares en 1921 y murió más rica aún a los 90 años, hace unos días, “de muerte natural”, en su piso bonaerense, en la avenida del Libertador. Su nombre irrumpió con fuerza y escándalo en los principales salones porteños, cuando se separó de su primer esposo para iniciar una relación con un hombre casado y 27 años mayor.

Ella misma nos relató (pregúntenle a Viviana Dellavedova de Corcuera, afincada en México desde los años 60) años después los pormenores de la relación: “Estaba en un palco del Teatro Colón junto a mi prometido, Hernán, el padre de mi hija Inés, y noté que un señor de un palco más arriba me miraba. Comencé a sentir que este señor provocaba algo especial en mí. Al rato me lo veo entrar al palco con una caja de bombones para mí. Lo invité a mi casamiento con Hernán y entonces él me llamó para excusarse: ‘No lo voy a poder soportar’, confesó. Años después nos volvimos a encontrar. Me separé de Hernán y me casé con él”. Aquel hombre se llamaba Alfredo Fortabat Pourtale y era uno de los empresarios más ricos de Argentina.

Cuando falleció Fortabat, en enero de 1976, Amalita heredó la empresa, aviones, fincas, cuadros, emisoras de radio, etcétera. Pero no se conformó con eso. Fue acumulando fama, amantes, amigos (David Rockefeller y Henry Kissinger) y más dinero. Gracias a sus excelentes relaciones con los hombres más influyentes de la dictadura (1976-1983) logró triplicar el patrimonio heredado. Después de los militares, también congenió con los gobiernos de Raúl Alfonsín, el peronista Carlos Menem, y el conservador Fernando de la Rúa. Menem la nombró “embajadora itinerante y plenipotenciaria”. Pero Néstor Kirchner le retiró ese título del que tan orgullosa se sentía. Ahora, cualquier argentino que se plante en medio de una calle seguirá viendo algo que le recuerde a Amalita, pero quien desee proyectar su futuro con Loma Negra sólo encontrara detrás al grupo brasileño Camargo Correa, a quien la dama del cemento vendió su negocio en 2005 por unos 900 millones de euros. Y hasta la próxima, ¡abur!