Enrique Castillo-Pesado

Ficción financiera

Enrique Castillo-Pesado

11 May, 2013

Gates y Slim erradicarán la polio; Dalí y la danza de dólares; Briatore-Billionaire; Premio Excelencia Universal para el gobernador Eruviel Ávila

Es bien sabido que no hay empresa pequeña ni objetivo menor para los grandes magnates. Y claro, los dos hombres más ricos del orbe, Carlos Slim (73 mil millones de dólares) y Bill Gates (67 mil millones de dólares) se aliaron para erradicar la polio de la faz de la Tierra. Si lo consiguen, será la segunda gran enfermedad, después de la viruela, que la humanidad lograr hacer desaparecer. Para ello, Bill Gates lanzó un plan de seis años y cinco mil 500 millones de dólares, de los que mil 800 irán a su cargo, y convenció al magnate mexicano Carlos Slim para que aporte 100 millones a un proyecto que combina la osadía y el sentido de la oportunidad con el rigor y la eficiencia en la gestión.

O ahora o nunca, dijeron en su presentación, en Abu Dabi. Gracias a los esfuerzos hechos, la polio retrocedió hasta quedar enquistada en sólo tres países: Nigeria, Pakistán y Afganistán. Nunca había estado tan débil y por eso ahora es posible la erradicación. El ejemplo de las dos primeras fortunas del planeta que destinarán cientos de miles de dólares —posiblemente, ¡hasta millones!—, ha seducido a otros magnates, como el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. Pero Bill Gates siempre mira más allá. El espíritu innovador que le llevó a crear Microsoft impregna ahora los postulados filosóficos de la Fundación Melinda y Bill Gates.

En su conferencia anual celebrada en Seattle, abanderó la idea de la disrupción positiva (¡ruptura brusca!) para el cambio global, un concepto que propugna desafiar las estructuras tradicionales para lograr cambios que permitan transformar al mundo.

La lucha contra el sida

Un ejemplo de estructura tradicional en la lucha contra el sida sería la Iglesia católica, cuando se opone al uso del preservativo. Y ejemplo de disrupción positiva, sería, en un país islamista, garantizar que las niñas continúen en la escuela. La filantropía (que se lo pregunten a Slim, Gates o al propio Manolo Arango) no puede quedarse en las buenas obras. Ha de servir para cambiar el mundo, sostiene. La forma de ayudar no es neutra. Hace unos días, otro magnate que dedica gran cantidad de dinero a filantropía, George Soros, fue cuestionado en Barcelona sobre qué opinaba de los paraísos fiscales. Of course, respondió que los utiliza porque le permiten ganar más dinero, y poder luego invertir en sus Open Society. Aunque el fin sea loable, la forma de conseguirlo no parece muy, ¿disruptiva?

El planeta Dalí estalla en el Reina Sofía

Aunque nunca entrevisté a Salvador Dalí como sí lo hizo mi amigo y colega Jacobo Zabludovsky (allá en Cadaqués, España), tuve la oportunidad de conocer al artista hispano, a principios de los 70 en el hotel St. Regis de Nueva York cuando se paseaba con su “mascota” (una pantera negra, ¿amaestrada?). Cuando le pregunté por qué no conocía México, sólo apuntó: “Tengo amigos, pero posiblemente nunca vaya. No tengo tiempo (¿?)”. Y relataré una rápida anécdota que habla de su estilo único y estrafalario. “Enrique, ¿conoces la Cote Basque? Está frente al hotel. Ven y te presentaré con un icono norteamericano: Truman Capote (autor de A sangre fría, Desayuno en Tiffany’s y Otras voces, otros ámbitos, etcétera) con quien me tomaré una copa”. Luego regresamos al St. Regis y me propuso promover sus cadenas de Cristos en oro y plata, además de una maravillosa vajilla ilustrada y pintada por él. Para terminar la historia, unos amigos mutuos y este columnista promovimos sus trabajos en México, y a mí me pagó con una vajilla.

Dalí, pionero en utilizar en beneficio propio los medios de comunicación (Figueras, 1904-1989), hubiera sido feliz (hace dos semanas) en la presentación de la antología que se le dedica en el Museo Reina Sofía de Madrid. Nada menos que 180 colegas hispanos y extranjeros nos acreditamos para ocupar un sitio en el auditorio del museo antes de las 11 de la mañana. Hacía casi tres décadas que no se le dedicaba en España una muestra de esta categoría al trasgo de Port Lligat, con más de 200 obras (valuadas en cientos de millones de euros), y todo el espacio se hizo pequeño para dar a conocer la obra de un creador tan genial como controvertido y complejo. Un creador cuya mejor obra es, sin duda, ¡su propio personaje!

Ramón Boixados, presidente de la Fundación Gala Dalí desde hace 21 años, sorprendido gratamente por el recibimiento mediático, recordaba que en 1979 el Centro Pompidou dedicó al artista su exposición más multitudinaria: 850 mil personas. Entre las obras que me impactaron: Retrato de Picasso (1947), La persistencia de la memoria (1931), Metamorfosis de Narciso (1937), La tentación de San Antonio (1946), El Ángelus de Gala (1935), Alucinación: seis imágenes de Lenin (1931), El gran masturbador (1929), entre otros. Muchos críticos dicen que “a Dalí debemos ubicarlo al nivel de Goya, Velázquez, Zurbarán, El Greco, Picasso y otros”.

El templo nocturno de los millonarios

El Billionaire se muda a Singapur. La discoteca más lujosa de Cerdeña y del Mediterráneo pasa a ser propiedad de un grupo de inversión con sede en Asia. Flavio Briatore, su fundador y propietario, anunció que se desprende de 51% de la sociedad, que pasa a manos de la compañía Bay Capital tras una negociación de varios meses. Eso sí, quien fuera director del equipo Renault de Fórmula 1, en el que militó Fernando Alonso, no ha desvelado el monto de la millonaria operación. Los inversionistas del lejano oriente ya gestionan este pequeño reino del ocio nocturno. La discoteca Porto Cervo, cita obligada para la farándula de todo el mundo, y las sucursales que hay en Turquía, Mónaco y España no van a echar el cerrojo. La operación permite a Briatore —que conserva una importante participación— ampliar su horizonte con otros Billionaire. Sé que inaugurarán otros locales en Dubai e India.

Por otro lado, el larguísimo proceso jurídico para que Antonio Banderas pueda legalizar su casa de Marbella toca a su fin. El ayuntamiento de Marbella acaba de aprobar la modificación de elemento al Plan General de Ordenación Urbana que permitirá que la Casa las Gaviotas, en la playa de los Monteros, quede regularizada una vez que Banderas cedió mil 243 metros cuadrados del jardín como compensación, y que serán ocupados por el aseo marítimo peatonal en construcción en la zona. Ojo: la vivienda fue adquirida por la discutida presentadora Encarna Sánchez y Banderas; la compró a los herederos de la periodista. Y otro punto: la casa de La Gaviota se construyó con una licencia concedida por el fallecido y discutido alcalde Jesús Gil, quien nunca quiso a Hugo Sánchez, por haberse ido a jugar al Real Madrid. O sea, ¡la danza de los millones de pesetas de aquella época!

Premio internacional por apoyar a pueblos mágicos

Agradable noticia: el Comité de la Excelencia Universal (antes, Excelencia Europea) decidió que entregara su galardón al gobernador mexiquense Eruviel Ávila, quien junto con Claudia Ruiz Massieu (secretaria de Turismo) está apoyando una intensa campaña de 100 millones de pesos para posicionar la imagen pública de varios pueblos mágicos del Estado de México, que son todo un orgullo para el país, gracias a sus tradiciones y cultura. Este columnista, como presidente del Consejo de Administración de este reconocimiento que se entrega a nivel internacional (lo han recibido el rey Juan Carlos, de España, Nancy Reagan, Rosalyn Carter, Jacques Chirac, Pablo Picasso, María Félix, Plácido Domingo, Pavarotti, Manuel Arango, Jacobo Zabludovky, y firmas como Cartier, Chanel, Jaguar, Ferrari, además de hoteles como El Bristol, Plaza Athenée de París, Four Seasons-George V de París, Ritz de París, y de España, el Ritz, Palace, Villamagna, Meliá Fénix, y restaurantes mundiales como Laserre, Lucas Carlton, Casa Lucio, Jockey, La Trainera, O’Pazo, sumándose también hoteles de Nueva York, México, Buenos Aires y Río de Janeiro, etcétera) se pondrá en contacto con los colaboradores de Eruviel Ávila para decidir cuándo será la entrega de este reconocimiento. Y hasta la próxima, ¡abur!