Mujeres y pobreza, una realidad en México y AL

La mayor población de mujeres indígenas en América Latina se concentra en México con más de 8 millones 680 mil personas, revelan cifras de la Cepal
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Mujeres y pobreza, una realidad en México y AL. Getty
Mujeres y pobreza, una realidad en México y AL. Getty

CIUDAD DE MÉXICO.- La mayor población de mujeres indígenas en América Latina se concentra en México con más de 8 millones 680 mil personas, seguido por Perú (más de tres millones 250 mil) y Colombia (superior a 689 mil).

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que respecto al total de mujeres del país, en Perú las mujeres indígenas representan 23.8 por ciento, por encima de México (15.3 por ciento), Panamá (12.1 por ciento), Nicaragua (8.8 por ciento) y Ecuador (7.1 por ciento), según información de los últimos censos de la década de 2010.

En México, no sólo las mujeres están afectadas por la pobreza, pero si representan un amplio sector de la población.

Y es que tiene que ver las distintas edades, adscripciones étnicas, niveles de escolaridad y ocupaciones, entre otras características demográficas y socioeconómicas.

Algunos grupos vulnerables carecen de derechos sociales tales como la salud, la educación o la seguridad social.

En el caso de las mujeres, el trabajo no remunerado es una limitación que no es considerada en la medición de la pobreza y sin embargo resulta muy relevante para el análisis de la desigualdad de género y su relación con su situación económica.

El Coneval señala que ese trabajo no remunerado determina en buena medida el acceso de las mujeres a diversos recursos y no sólo se refiere a los ingresos monetarios, sino a otros aspectos relacionados con el trabajo, como el acceso a la seguridad social e incluso, la decisión sobre el uso del tiempo propio.

En grandes regiones del país prevalecen los roles socialmente asignados a hombres y mujeres, generalmente se le relaciona a los varones con el papel de proveedores de ingresos y otros activos; y a las mujeres como administradoras de dichos recursos al interior del hogar.

Las mujeres que deben encabezar hogares por diversas situaciones se enfrentan a desventajas que van desde el mercado laboral y la doble carga de trabajo.

El rezago educativo también contribuye a la situación de precariedad.

Otro factor que daña a la población femenina es su baja participación en el mercado laboral, que se vuelve más evidente en la población pobre y en edades que van de los 16 a los 44 años de edad.

La desigual distribución del trabajo doméstico, principalmente en la crianza y el cuidado de los niños, hacen que las mujeres q realizan alguna actividad económica aceptan condiciones de trabajo precarias e inestables, en las que frecuentemente no existe un contrato escrito que brinde certidumbre legal y jurídica.

La participación económica de las mujeres se ve afectada tanto por el hecho de haber tenido por lo menos un hijo, como por la pobreza.

Otro problema, las mujeres trabajadoras perciben ingresos menores a los de los hombres en prácticamente todos los niveles de escolaridad (considerados en el estudio del Coneval).

Su esfuerzo es muy grande, por ello tres de cada 10 mujeres mexicanas son las principales proveedoras del hogar.

El tiempo que dedican a las labores domésticas es, por mucho, mayor entre las mujeres, en cualquier edad y situación de pobreza.

Así, aunque trabajan fuera de casa, siguen dedicando más tiempo a las labores domésticas que los hombres en la misma condición.

Finalmente la responsabilidad del cuidado de otros recae principalmente en las mujeres, aunque las brechas respecto a los hombres no están tan separadas como en otros rubros.

*bb

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