Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

14 Abr, 2014

Pixar

Aunque no es tan conocida como las primeras imágenes de los fundadores de Apple en el interior de un garaje, existe una fotografía igual de significativa que reúne a los artífices de una marca que, tal como simboliza la lámpara de su emblema, dio nueva luz a la industria cinematográfica.

En tres butacas de una sala en penumbras, sonríen frente a la cámara los cofundadores de Pixar: al centro, Steve Jobs, y a su izquierda, John Lasseter, director de Toy Story. A la derecha del fundador de Apple, figura el menos conocido Ed Catmull, egresado de ciencias de la computación de la Universidad de Utah, que en 1979 fue reclutado por el cineasta George Lucas para desarrollar efectos visuales con tecnología digital y que hoy, a sus 69 años, preside los estudios de animación de la casa Disney. La fama de este hombre barbado y de lentes comenzó a repuntar desde el pasado martes gracias al lanzamiento de su libro Creativity, Inc. (Random House, 2014).

Disponible como e-book en la versión mexicana de
iTunes, Creativity, Inc. ha llamado la atención sobre todo por uno de sus apartados finales, titulado The Steve we knew, el cual arroja nuevos datos sobre la personalidad de Jobs, con quien Catmull trabajó muy de cerca durante 26 años.

Esa experiencia le permite al autor, de entrada, expresar su frustración sobre las relatos que tienden a subrayar los aspectos negativos de la personalidad de Steve Jobs, como su terquedad y su rechazo a ceder o cambiar, así como su predisposición a que todo el mundo hiciera las cosas a su modo. Catmull no titubea al decir que Jobs cambió profundamente en los años que lo conoció, que llegó a ser más justo y más sabio y que Pixar tuvo mucho que ver en el desarrollo de su liderazgo.

No obstante, el generoso retrato que ofrece de Jobs no omite anécdotas como la de una reunión en la que éste dijo que algunos bocetos de la película Los Increíbles ¡le recordaban a las caricaturas de bajo presupuesto de Hanna-Barbera!, diseñadas para transmitirse por televisión los sábados por la mañana. El comentario ofendió al director Brad Bird, quien al terminar la junta se quejó con su colega Andrew Stanton, realizador de Buscando a Nemo. “Steve acaba de decir una cosa que realmente me sacó de mis cabales”, dijo Bird, a lo que Stanton respondió: “¿Sólo una?”

Más allá de estos chismes, Creativity, Inc. es un auténtico tratado acerca de cómo impulsar y promover una cultura de innovación en las empresas, que incluye lecciones acerca de cómo enfrentar la resistencia al cambio y las zonas de confort, así como el no tener miedo a equivocarse y, de ser así, aprender a reducir las situaciones de riesgo a su mínima expresión o lo más pronto posible. 

Resolver crisis es precisamente la especialidad de la casa. Tanto así, que Catmull recuerda cuando una vez Jobs le llamó para preguntarle cómo iba el proyecto de Toy Story 3, a lo que respondió: “Es realmente extraño. No hemos tenido realmente un gran problema. En 11 películas, es la primera vez que esto nos pasa”. Una frase que hubiera tranquilizado a cualquier CEO, pero no a Jobs, quien replicó: “¡Cuidado!  Esto en realidad significa peligro”.

Pero, sobre todo, la columna vertebral del libro es la defensa del Braintrust, el mecanismo interno mediante el cual Pixar procesa la toma de decisiones, evalúa cómo van progresando sus productos y enfrenta contratiempos. Se trata de las juntas ejecutivas como las que funcionan en cualquier compañía, pero cuya regla principal es hablar con la mayor sinceridad y franqueza posible. Es decir, sin temor a decir alguna estupidez o a sufrir represalias. De esa forma, salvaron a varias producciones del naufragio e impregnaron esa misma filosofía al resto de la casa Disney, como es tangible tras el descomunal éxito cosechado por su más reciente película, Frozen.

Catmull relata que el nombre de la compañía fue acuñado por uno de sus primeros colaboradores en Lucasfilm, Alvy Ray Smith, quien pasó buena parte de su niñez en Texas y Nuevo México, donde adquirió cierta afición por la cultura latina y le asombraba como algunas palabras en inglés, como “laser”, suenan como si se tratara de un verbo en español en infinitivo. De esa forma se le ocurrió “Pixer”, un vocablo hechizo que significaría “hacer imágenes” (make pictures) en una mezcla extraña de inglés y español. Un colega suyo, Loren Carpenter, le sugirió que algo como “Radar” sonaría más high-tech; de la suma de ambas palabras surgió “Pixar”.

Y fue así como a la lámpara se le prendió el foco.
 

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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