Opinión del experto

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15 Abr, 2014

Índice de Confianza del Consumidor y Productor

Por Fausto Barajas

Las perspectivas para la economía mexicana son mejores para este año, se espera un mayor dinamismo a partir del segundo trimestre impulsado por una tendencia similar en Estados Unidos y por la mayor canalización del gasto público, sobre todo a obras de infraestructura. Sin embargo, la “confianza en la economía” de los consumidores y de los empresarios, representada en el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) y el Índice de Confianza del Productor (ICP), señalan que se mantuvo estancada durante el primer trimestre.

Estos indicadores son de gran utilidad, porque permiten detectar las tendencias y magnitudes de cambio de las distintas actividades económicas, tanto en su coyuntura como en su estructura: por ejemplo el Producto Interno Bruto (PIB), la inflación, el desempleo, cuentas externas, entre otros. Desde inicios de la década pasada en que estos índices comenzaron a publicarse, han aportado una métrica del ánimo de los hogares mexicanos y la valoración de los empresarios, tanto de su situación económica actual como de sus perspectivas de corto plazo.

Estos índices, que se construyen a través del levantamiento de encuestas realizadas tanto a empresarios como a consumidores, pueden considerarse como una valoración “sicológica” del entorno económico al no arrojar datos duros sobre el nivel de actividad productiva o comercial. Estadísticamente tienen suficientes características para ser considerados como indicadores adelantados con perspectiva de corto plazo, ya que permiten detectar las intenciones futuras de gasto de las familias y de inversión de los empresarios, decisiones de gran trascendencia si se considera que el gasto privado representa 68 por ciento del PIB, mientras que la inversión privada equivale a 17 por ciento.

En términos generales, se pueden agrupar en dos los componentes del ICC y del ICP: los que hacen referencia a la situación actual de los entrevistados y los que valoran las expectativas de corto plazo de los mismos. Por un lado, el ICC refleja en su totalidad la valoración del entorno económico interno, mientras que el ICP contempla la situación del marco global debido a que varias empresas mantienen relaciones comerciales con el exterior.

Es por esto que los dos índices son muy confiables, ya que no sólo reflejan la situación económica actual sino también son útiles para anticipar su evolución en el corto plazo.

Por ejemplo: desde finales de 2012 y durante la primera mitad de 2013 la economía estadunidense se desaceleró, aunque en el segundo semestre de ese año comenzó a reactivarse y alcanzó un crecimiento de 1.9 por ciento.

Sin embargo, no lo hizo de manera homogénea ya que se fundamentó en su mercado interno quedando rezagado su sector manufacturero.

Esto afectó a México debido a la sincronía entre los ciclos de ambos aparatos industriales a través del comercio externo, por lo que la economía nacional registró una expansión de sólo 1.1 por ciento en 2013, su tasa más baja en los últimos cuatro años.

La desaceleración económica generó un efecto similar en la generación de empleos formales: durante 2013, los trabajadores asegurados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) promediaron un incremento de 3.5 por ciento, tasa inferior a la de 4.3 por ciento que promedió durante el lapso 2010-2012.

Este entorno de desaceleración y de menor generación de empleo afectó el ánimo de los agentes económicos: en 2013, el ICC promedió una contracción de 1.4 por ciento, mientras que el ICP tuvo una reducción de 0.4 por ciento.

El inicio de 2014 no fue muy distinto, ya que existen indicios de que en el primer trimestre persistió la moderada expansión de la economía. En enero, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) creció apenas 0.8 por ciento a tasa anual, mientras que en el primer bimestre, los trabajadores registrados al IMSS aumentaron sólo 2.7 por ciento.

Si a lo anterior le agregamos los incrementos de impuestos y de los precios de productos agropecuarios, el resultado es una extensión del deterioro de las expectativas. 

En marzo, el ICC se contrajo 6.9 por ciento, su onceava caída en los últimos doce meses, mientras que el ICP descendió ocho por ciento, acumulando siete caídas mensuales consecutivas.

Así pues, aunque las perspectivas son favorables para la economía mexicana para este 2014, tras el estancamiento del primer trimestre reflejado en el ICC y el ICP, podemos prever que difícilmente se alcanzará la meta de crecimiento de 3.9 por ciento para 2014 establecida por el gobierno federal.
 

                * Economista y director de la Fundación Desarrollo Humano Sustentable

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