Fausto Barajas

Fausto Barajas

10 Jun, 2014

La política monetaria: México y Europa

Durante esta semana, se realizaron dos ajustes de política monetaria relevantes para el ámbito nacional y los mercados globales.

A nivel interno, el Banco de México (Banxico) recortó su tasa de interés objetivo de 3.5% a un mínimo histórico de tres por ciento. Esta decisión tiene como principal objetivo el de impulsar la actividad económica nacional que se expande a un ritmo muy moderado, derivado del débil desempeño que se observa en el consumo e inversión internos, que mantienen anclada a la economía, a pesar de la mejoría reciente de la demanda externa.

La relajación en la política monetaria es posible, debido a que la inflación observada (la anual fue de 3.5% en abril) y la esperada para los siguientes meses se ubica dentro del objetivo de cuatro por ciento determinado por el banco central, lo cual le otorga margen de maniobra, aunque resulta improbable que realice un ajuste adicional en lo que resta del año, debido a que se prevé un repunte de la actividad económica en los siguientes meses y se espera una normalización gradual de la política monetaria en Estados Unidos durante el siguiente año.

Lo relevante de esta decisión es la posición del Banco de México, ya que, aunque por mandato constitucional su “objetivo prioritario es procurar la estabilidad del poder adquisitivo del peso”, ha mostrado una actitud proactiva para ayudar a impulsar la actividad económica, acción que se contrapone con la política fiscal que ha incrementado la carga impositiva a partir de este año y que está impactando indudablemente los niveles de consumo interno.

En el entorno global, el Banco Central Europeo (BCE) también ajustó su política monetaria al pasar su tasa de interés de referencia de 0.25% a 0.15%, mientras que la tasa sobre los depósitos bancarios descendió de 0.0% a menos 0.10%, lo cual desincentivará a los bancos a mantener los excesos de dinero en las arcas del banco central, ya que les “cobraría” por ello.

Con estas medidas, el Banco Central Europeo busca alcanzar dos grandes objetivos:

Al ofrecer rendimientos negativos se busca estimular el otorgamiento de créditos bancarios al consumo y a la inversión donde obtendría rendimientos positivos, situación que ayudaría a impulsar la actividad económica que registra tasas de crecimiento bajas: en el primer trimestre de 2014 se expandió sólo 0.2% en su comparación trimestral.

 Lo anterior, también ayudaría a combatir el riesgo de deflación, ya que ante la atonía de la demanda interna derivada del incremento de desempleo, del estancamiento salarial y de los problemas de deuda de los hogares, han descendido los precios de las materias primas, y que aunado a la fortaleza del euro, le restan presiones alcistas a los precios que cada vez se alejan más de la meta inflacionaria de dos por ciento determinada por el Banco Central Europeo: en mayo, la tasa anual fue de sólo 0.5 por ciento.

Aunque no es un “objetivo implícito” del Banco Central Europeo, un efecto colateral que generaría la política monetaria superexpansiva es el debilitamiento del euro, lo cual incrementaría la competitividad de la economía de la región al propiciar un descenso en los precios de las exportaciones, además de que se incrementaría el precio de las importaciones lo cual ayudaría a atacar el problema deflacionario desde otro frente al encarecer la adquisición de estos productos.

Ante los problemas de deuda de los gobiernos de la Eurozona y las políticas fiscales restrictivas instrumentadas para normalizar el balance de las finanzas públicas, la política monetaria se mantiene como una herramienta de la mayor importancia para poder impulsar la actividad productiva y evitar caer en un proceso deflacionario que arrastraría la economía a un estancamiento que resultaría muy complejo superar.

La experiencia de Japón fue muy dolorosa e ilustrativa para ese país, que entre 2000 y 2009 experimentó un crecimiento promedio de sólo 0.6% y una caída general de los precios de 0.3 por ciento por año.

En la Eurozona, se espera que la relajación de la política monetaria cumpla con los objetivos esperados, sin embargo, el margen de maniobra del banco central se está reduciendo, y los temores del fantasma de la experiencia japonesa, están ahí.

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