Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 Sep, 2014

Como premio por nuestro trabajo, un puente más. ¡Qué chulada!

¿Qué hizo usted ayer por la noche? ¿Acudió a un restaurante de postín o antro de moda para disfrutar, como debe ser por estas fechas, una noche mexicana? ¿O, patriota de hueso colorado como pocos, decidió mostrar su patriotismo en Las Vegas, capital alterna de la patria?

Es más, ya entrado en confianza, ¿nos podría decir dónde echó fuera ese patriotismo acendrado que trae adentro y gritó, como marca el ritual patriótico y la liturgia correspondiente, ¿¡Viva México, cabrones!?

Una vez que hubo cumplido —como marca la tradición— con su deber como mexicano bien nacido y haber aprovechado debidamente este puente donde, en compañía de los cercanos, se emborrachó más de una vez y sin temor alguno insultó a grito abierto —hasta no poder más por la ronquera— al Presidente y su partido, ¿qué hará a partir de mañana miércoles, cuando las cosas vuelvan a la normalidad?

Por otra parte, ¿cuánto duró su fervor patrio? ¿Sólo unas horas o casi cinco días, de viernes a martes? El resto del año, ¿cómo mostrará el orgullo de ser mexicano? ¿Con la violación consciente, sistemática, cínica y permanente de la ley, pero sobre todo, satisfecho a plenitud porque a usted nada lo detiene, ya que es un fregón?

¿Qué hará el resto del año?  ¿Hacer negocios chuecos, evadir sus responsabilidades fiscales, coludirse con algún funcionario para obtener de manera indebida un jugoso contrato —o una buena concesión— a cambio de lo cual entregará, de buena gana y convencido que es de elemental justicia hacerlo, un porcentaje de la utilidad esperada?

De lo anterior, y de muchas otras cosas igualmente violatorias de la ley, pero normales en un país que ha hecho de la transa y el soborno, práctica cotidiana, ¿se enorgullecerá por su habilidad e inteligencia para sacar ventaja de toda oportunidad que se le presente? ¿Qué hará al respecto? ¿Acaso mantendrá la discreción y prudencia que permitiría pasar inadvertido? Por el contrario, ¿compartirá con los suyos esta habilidad que le es natural y altamente redituable?

¿Se sentirá orgulloso cuando alguno de ellos, en las confianzas por el cariño que usted le ha prodigado a lo largo de los años y las enseñanzas inculcadas acerca de cómo hacer negocios, le participe que logró concretar su primer bisnes en ésta o aquella dependencia, donde un compañero de la universidad está bien ubicado?

Al final de este puente patriótico, premio merecido por su trabajo cotidiano caracterizado —desde hace decenios— por su alta productividad como lo demuestran las estadísticas respectivas, y una vez inmerso en sus actividades cotidianas, ¿hará algún comentario a que lo obliga su elevada posición, para lo cual aparecerá y parecerá molesto por no decir indignado, por los actos indebidos de no pocos políticos? Dichos actos, como bien lo sabe usted, caen en ese hoyo negro el cual, para no complicarnos la vida llamamos corrupción.

Si hace lo anterior cada año, no hay duda de que usted es un buen mexicano; un patriota como el que más, comprometido con el futuro de México. En verdad, lo felicito; incluso don Miguel Hidalgo, si reviviere y constatare su conducta, se sentiría orgulloso de usted.

Sólo me resta gritar como usted —a todo pulmón— esa frase que resume nuestro patriotismo y cariño por el país: ¡Viva México, cabrones!

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube