Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

24 Sep, 2014

Mejores datos en la economía doméstica

Aunque lentamente, la actividad económica interna parece empezar a dar signos de vida. Esta apreciación no tiene que ver con la idea propagandística de “la recuperación está en marcha”, sino con los datos que muestran tal condición. Me refiero a las ventas del comercio al menudeo, que tienen tres meses seguidos —desde julio— de crecimiento respecto del mismo mes de 2013.

Lo anterior no es para cantar victoria, pero son los primeros tres meses consecutivos con datos positivos desde septiembre, octubre y noviembre de 2012. Sí, desde diciembre de ese año empezaron los números negativos y hasta abril de 2014, no hubo tres meses seguidos que se pudiera decir que el comercio estaba creciendo, así que algo es algo.

El crecimiento registrado es pequeño, 2% en julio, en el promedio los meses de mayo, junio y julio —el trimestre “positivo”— es 1.6% y en los primeros siete meses de este 2014 es apenas 0.6%, en promedio. Pero es mejor a la baja de 0.4% que resultó al promediar los crecimientos anuales de los 12 meses de 2013.

Ayer también el INEGI publicó los indicadores del sector de servicios no financieros, en donde se evidencia que los ingresos de esta serie de actividades durante todo el año han mostrado registros positivos. En promedio, el crecimiento ha sido 2.6% respecto a los primeros siete meses de 2013. También supera al desempeño de todo ese año que creció 0.6%. Cierto, la comparación con 2012 es poco favorable, ya que en ese año el crecimiento de los ingresos de los servicios no financieros creció 4.5 por ciento.

Así, lo que tenemos en frente sí es un mejor desempeño de una parte de la economía interna, pero que, puesto en perspectiva, todavía está lejos de lo que en un año tan reciente como 2012 se tuvo. Como sea, no hay que perder de vista estos datos, pues al menos en principio empiezan a dar señales de vida, como mencioné en el primer párrafo.

Cuando usted lea esta Consejería seguramente estará ya entre el público el dato del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), que es nuestro indicador mensual de crecimiento. Los datos serán de julio (es la mejor aproximación posible) y la estimación en el mercado es de un crecimiento de 2.7% respecto de julio de 2013.

Creo que puede ser un poco mayor. Me apoyo en las estimaciones de la encuesta que Banxico realiza entre analistas del sector privado, en la que la estimación de crecimiento del PIB para el tercer trimestre de este año es de 2.9% y la mía —incluida en esa encuesta— es algo superior. Pero también me baso en los datos de julio del crecimiento de la construcción (3.5%) y de la industria manufacturera (3.4%). Y, claro, en los datos de la actividad comercial y del sector servicios que comenté en párrafos anteriores de esta columna.

El sentido de no perder de vista estos datos, aunque sean modestos y apenas pueden considerarse como un grupo de informaciones no del todo consistentes e incluso que hasta pueden parecer un tanto extrañas, dada la mala trayectoria que hemos vivido en los pasados 18 meses —cuando menos—, pero que pueden ser el inicio de un periodo de crecimiento más estable.

Suele ocurrir que cuando se está sumido en la mala situación de una economía que no crece y cuya sociedad se harta de las promesas, se pueden perder de vista las primeras señales de cambio de condición. Es similar a lo que ocurre cuando los mercados cambian de tendencia. Los primeros pasos del alza se traslapan con los últimos momentos de la baja y viceversa.

Siempre es complicado —y riesgoso— reconocer un cambio de “fase” y actuar en consecuencia. Por el momento sé que es difícil empezar a tomar decisiones pensando en que, de ahora en adelante, las cosas van a tener un mejor desempeño que el que hemos vivido hasta ahora en México; soy el primero en anotarme en la lista de los que tienen dudas. Pero no puedo dejar de señalar estas señales aisladas y ciertamente incipientes de lo que pudiera ser una recuperación, poco definida por ahora.

Prefiero, como siempre, decir lo que pienso y correrme el riesgo del error, en el que sólo no incurren los que toman poco riesgo. No hay prisa, pero es hora de empezar a juntar evidencias. No me gusta decir: “Cómo no me di cuenta de…”. Así que comparto con usted, amigo lector, estas ideas. Suerte.

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