Latinoamérica dejó atrás la era dorada del crecimiento

Especialistas prevén que la expansión económica de la zona este año llegará apenas a 1.3%, y esperan que 2015 traiga una recuperación moderada
Economía -
Para Alejandro Werner, director del FMI para el Hemisferio Occidental, la región sufre una sacudida.  Foto: David Hernández / Archivo
Para Alejandro Werner, director del FMI para el Hemisferio Occidental, la región sufre una sacudida. Foto: David Hernández / Archivo

LONDRES.- Fue grandioso mientras duró. En un periodo dorado de 2003 a 2010, las economías de Latinoamérica crecieron a una tasa promedio anual de cerca de 5 por ciento. Los salarios subieron y el desempleo cayó, más de 50 millones de personas escaparon de la pobreza y la clase media creció hasta ser más de un tercio de la población.

Ahora, sin embargo, el incremento repentino del crecimiento ha terminado.

Lo que a algunos les preocupaba fuera una “nueva normalidad” con una expansión de tres por ciento anual está resultando mucho peor.

Las economías de la región, en promedio, crecerán en apenas alrededor de 1.3 por ciento este año. Analistas continúan reduciendo sus pronósticos, como lo han hecho durante los últimos dos años. Ahora esperan sólo la más moderada de las recuperaciones el año próximo: Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial prevén un crecimiento de apenas 2.2 por ciento en 2015.

Latinoamérica está desacelerando más rápidamente que gran parte del resto del mundo emergente, señala Augusto de la Torre, el economista en jefe del banco para la región. Alejandro Werner, su contraparte en el FMI, ve un crecimiento que promediará sólo 2.7 por ciento en los próximos cinco años.

     Orden y populismo

Algunas de las razones son obvias. El mayor factor es el fin del auge de las materias primas. Conforme se reduce el crecimiento de China, los precios de éstas han retrocedido a sus niveles más bajos desde la recesión mundial de 2009. Ahora los precios del petróleo también se han visto afectados, gracias principalmente a una mayor producción en Estados Unidos. Todo esto ha perjudicado a los productores de materias primas de Sudamérica, aunque algunas también se benefician de un petróleo más barato. La perspectiva para México, con sus reformas estructurales y lazos manufactureros con norteamérica es ligeramente más brillante.

Peor están los países con gobiernos populistas que despilfarraron la bonanza. Analistas no ven tregua en la estanflación que aflige a Argentina y Venezuela. Como consecuencia de falta de inversión y una administración macroeconómica torpe, la economía de Brasil apenas está creciendo este año y enfrenta una contracción fiscal en 2015.

No obstante, la desaceleración es mucho más amplia. Las economías de altos vuelos y bien dirigidas de Chile, Colombia y Perú están sufriendo. La tasa de crecimiento este año en Chile y Perú –de 2 y 3 por ciento, respectivamente– es de la mitad de lo que fue en 2013. Compare eso con el África subsahariana, que también es un gran productor de materias primas y donde el FMI espera un crecimiento de 5.1 por ciento este año y 5.8 por ciento en 2015.

Una segunda causa citada a menudo para el estancamiento latinoamericano es el regreso a una política monetaria normal  en Estados Unidos, lo cual elevará el costo del endeudamiento en la región. Sin embargo, hay pocos signos aún de que esto tenga impacto. Las empresas latinoamericanas están emitiendo bonos a un ritmo acelerado.

Algunos economistas estiman ahora que el auge encubrió problemas estructurales profundamente arraigados. El historial de Ámérica Latina en productividad quizá incluso haya sido peor de lo que los datos parecían indicar, dice De la Torre. El efecto de los cambios en las condiciones del comercio, y el peso de las empresas de servicios y de la economía informal en la región, hacen que esto sea especialmente difícil de calcular.

     Habilidades

Hay otras dos posibilidades. Una es que la escasa educación y escasez de mano de obra calificada de la región le hayan pasado la factura. Observar y esperar mientras los empleados en las tiendas o en las compañías de telecomunicaciones batallan con el equipo de tecnología de la información que no saben operar o que está frecuentemente descompuesto es preguntarse si la tecnología está mejorando o socavando la productividad.

La segunda posibilidad es que la falta de inversión en transporte público significa que las grandes ciudades de la región, atestadas con los autos nuevos que el auge permitió comprar, aprovechan menos las economías a escala y la especialización porque la gente encuentra demasiado difícil desplazarse.

Lo que parece claro es que la región está sufriendo una sacudida ofertista estructural. Muchas economías han estado operando cerca de su capacidad, señaló Werner. Por ello el estímulo para detonar la demanda, como la relajada política fiscal de Brasil o la reciente entrega en Perú de una bonificación extra a los empleados públicos, parece erróneo. Las balanzas fiscales se han debilitado en un promedio de tres puntos del PIB desde la recesión de 2009.

Sin embargo, la baja deuda, los bancos más fuertes y más reservas permiten una política monetaria más menos rigurosa en algunos lugares. Muchas monedas latinoamericanas están depreciándose sin provocar el pánico del pasado y por tanto ofrecen la esperanza de crecimiento en otras exportaciones aparte de las materias primas, aunque es poco claro cuántas compañías podrían encontrar más difícil pagar sus bonos extranjeros. Con los costos del endeudamiento aún bajos, este es el momento para que estos países incrementen la inversión en infraestructura.

Esas inversiones, como los muy necesarios esfuerzos para mejorar la educación y la capacitación, requieren años para rendir frutos. El problema es que los líderes de Latinoamérica enfrentan a una población movilizada que se ha acostumbrado a los buenos tiempos.

 

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