Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

15 Dic, 2014

Querido diario

A partir de mañana, Justin Allyn Hall se convertirá en un cuarentón que debe su fama (de poco más de 15 minutos) a su compulsión adolescente de contar urbi et orbi cuanta insignificancia o excentricidad ocurriera con su vida.

Nacido en Chicago a las 12:01 p.m. del 16 de diciembre de 1974 (según su autobiografía), Justin sufrió a los ocho años el suicidio de su papá, que era alcohólico. Su mamá fue una exitosa abogada que debió trabajar todo el día y viajar mucho, por lo que dejó a su hijo al cuidado de varias niñeras. Una de ellas, estudiante de medicina, le reveló a Hall las bondades del internet en 1988, cuando él tenía 13 años y esta tecnología estaba en un acelerado proceso de desarrollo en el ejército estadunidense y las universidades. Su primer contacto con el mundo exterior por ese medio consistió en suscribirse al boletín informativo de una empresa con base en California que le proveía noticias sobre videojuegos, y que debió suspender una vez que su mamá se dio cuenta en el recibo telefónico de todo lo que gastó.

Todo esta novela –reseñada por el periodista Scott Rosenberg en la introducción del libro Say Everything (Crown Publishers, 2009)– es del dominio público gracias a que el propio Hall la ha divulgado, al igual que otros detalles mucho más personalísimos (y menos agradables) como el sintético mensaje en cuatro palabras con el que dio la bienvenida al año nuevo de 1995: "Yo realmente disfruto orinar".

Hall, cuya incontinencia informativa también ha sido multimedia, es célebre por su proclividad a desnudarse en cuerpo (fotográficamente) y alma: en 2005 publicó un video titulado Dark Night en el que revela en tono melodramático (llorando y sonándose las narices) la decepción que le provocó darse cuenta que difundir su vida en la red hizo que la gente se alejara de él, en lugar de estimarlo. Su perorata de 10 minutos frente a la cámara parecía inspirada en el confesionario del reality televisivo Big Brother.

Con justicia, Hall podría ser llamado el precursor del concepto de las redes sociales, al menos en la vertiente de suponer que todo lo que uno haga debe importarle al resto del mundo. O bien, el detonador de la frase "demasiada información" con la que revelamos cierta incomodidad cuando nos enteramos de los detalles íntimos que algunas personas brindan pero que no necesariamente ansiamos conocer.

Lo cierto es que a Justin Hall se le acredita haber inventado el blog personal, la versión high-tech de aquellas libretas que registraban apuntes cotidianos, anécdotas y estados de ánimo, aunque abierta a todo el mundo: una bitácora digital que, además, se podía ilustrar y enriquecer con archivos de fotografía, video y audio gracias al hipervínculo, el recurso que permite subrayar una línea de texto en la que el cursor de la pantalla se convierte en una manita que a su vez lleva al usuario a otro contenido.

El 27 de enero de 1994 vio la luz el alineamiento de las estrellas en favor de Hall, una página de diseño rústico para los estándares actuales, pero que ya incluía un breve archivo de voz, un retrato suyo en el que parece un elfo salido de la imaginación de Tolkien –como bien describe Rosenberg–, una foto donde aparece con Oliver North, el militar implicado en el escándalo Irán-Contras, y enlaces a diversos sitios. Pudo lograrla gracias a la experiencia que ya tenía en el uso de las computadoras pese a su juventud, un software gratuito que descargó en su laptop Macintosh Powerbook desde el campus del colegio Swarthmore y un tutorial que leyó en The New York Times.

El empleo del hipervínculo para inventar un género totalmente nuevo de narrativa es una de las principales aportaciones que Rosenberg reconoce en Hall, al darle una función lúdica a lo que parecía un simple artilugio para facilitar la navegación computarizada. Y más allá de postear ociosidades, Hall aportó al ejercicio del periodismo la obsesión por la transparencia (el valor de decir todo sin mediaciones, filtros ni censuras) pero trastocó la cualidad que le da nombre a esa profesión: la periodicidad. Así, los diarios y revistas que se conformaron simplemente con colocar sus contenidos impresos en la plataforma digital se enfrentaron a una nueva audiencia demandante de actualizaciones casi instantáneas. Voracidad que encuentra su mayor expresión en el microblogging, léase Twitter: información que se renueva todo el tiempo en intervalos de apenas segundos.

Curiosamente, en esta red social Justin Hall está lejos de ser una superestrella, pues apenas tiene poco más de 4 mil 700 seguidores. Aun así, no faltará quien le cante en su cumpleaños: "el día en que tú naciste, nacieron todos los bloggers...".

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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