Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

22 Dic, 2014

Masajes

Una afortunada errata terminó dándole un múltiple significado a la celebérrima frase “el medio es el mensaje” con la que el teórico Marshall McLuhan tituló el primer capítulo de su obra Understanding Media: The extensions of man (La comprensión de los medios como extensiones del hombre), una visionaria reflexión sobre las implicaciones de la comunicación eléctrica en la cotidianidad humana, y que justo en 2014 cumplió medio siglo de su publicación.

Esta oración sufrió poco tiempo después una ligera variante en el título del original libro The medium is the massage (El medio es el masaje), de 1967, una colección de ideas provocadoras del profesor canadiense ilustradas con un conjunto de fotografías, dibujos y collages de estética pop a cargo del diseñador Quentin Fiore, y del que fue editada en 2001 una versión en CD y vinil con imágenes inéditas y anotaciones del rapero DJ Spooky.

La originalidad visual de la propuesta sugería que el tránsito de “mensaje” a “masaje” representaba un juego de palabras con el que Marshall subrayaba el efecto de sus textos sobre los sentidos, más que sobre el intelecto. Sin embargo, Eric McLuhan, su hijo mayor, aclara que en realidad fue un error tipográfico del impresor, que no irritó al afamado sociólogo sino que le encantó.

“Déjalo así: es sensacional, correcto y da en el blanco”, exclamó Marshall McLuhan, de acuerdo con la página oficial de internet que mantiene viva sus memorias y se encarga de recordar la vigencia de su pensamiento. Como apunte adicional, Eric añade que la anécdota daba pie a una curiosa reinterpretación dividiendo en dos cada una de las palabras involucradas: así, “message” era “mess age” (la era del caos), y con la conversión pasó a “massage”, es decir, “mass age”  (la era de las masas).

Editado en lengua española por Paidós Studio, El medio es el masaje sintetiza su contenido en la contraportada, donde refiere cómo el proceso de nuestro tiempo —es decir, la tecnología electrónica— “ha remodelado y reestructurado los patrones de la interdependencia social y todos los aspectos de la vida privada”. La más contundente expresión de esta teoría —con todo y masaje incluido, literalmente— la podemos hallar hoy mismo en Londres.

Se trata de Urban Massage, una peculiar aplicación lanzada en septiembre pasado en la iTunes Store del Reino Unido, mediante la cual es posible contratar masajistas que acuden al domicilio del cliente en menos de una hora, con su propia mesa de trabajo, para dar estimulación corporal especializada por la módica cantidad de 65 libras esterlinas la hora.

Como bien describe el sitio Techcrunch, Urban Massage opera al estilo de Uber, la empresa fundada en California que permite alquilar autos por medio del teléfono y que ha de-satado la furia de taxistas en una veintena de países, varios de los cuales han optado por suspenderla. Con una estrategia análoga, la startup inglesa tiene en su horizonte brindar sus servicios a hoteles que no cuenten con spa y a empresas que quieran quitarle el estrés a sus empleados, así como ampliar su oferta a tratamientos de fisioterapia y belleza.

Dado el grado de intimidad que conlleva este tipo de negocio, la empresa asegura que sus terapistas (a quienes llama “héroes urbanos” y cuyas fotografías están a la vista de todo el mundo en su página de internet) son capacitados con los más altos estándares y están sometidos a una continua y rigurosa evaluación. Su preparación incluye saber qué hacer en el caso de que algún cliente presente una reacción involuntaria derivada de experimentar placer sexual durante el tratamiento, pero advierte que cualquier solicitud inapropiada será reportada inmediatamente a las autoridades como si fuera acoso.

Una forma de explicar que este experimento haya encontrado su nicho de mercado en pocos meses está en una nota de The Running Blog en The Guardian, cuyo autor, un deportista experimentado, logró deshacerse de un nudo en los hombros que databa de 2008. Pero más curiosa es la recomendación del diario Telegraph, que la sugiere como opción para liberarse de la tensión previa a la preparación de las fiestas navideñas, de la misma forma como logra conciliar el sueño de los ejecutivos bancarios que, por sus horarios, no encuentran locales abiertos donde froten su piel con propósitos terapéuticos.

En El medio es el masaje, McLuhan decía que en los periodos de grandes transiciones tecnológicas y culturales emerge una “era de la ansiedad”, caracterizada por innumerables perplejidades y un hondo sentimiento de desesperación. Pero, a la inversa de lo que ocurría en los años sesenta, los seres humanos de la aldea global de hoy utilizan las herramientas actuales para responder a los conceptos de ayer. Una buena sobadita es el mejor mensaje.

  marco.gonsen@gimm.com.mx

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