Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

28 Jul, 2015

Que sean los priistas los que hablen de sus problemas... (si los dejan)

El acto celebrado por el Partido Revolucionario Institucional hace tres días, que contó con la participación del Presidente de la República, fue ocasión propicia para que no pocos analistas políticos y opinantes profesionales, emitieran sesudas opiniones del contenido del discurso de aquél y del que aún piensa que es presidente del Comité Ejecutivo Nacional de ese partido, Doctor –con mayúscula por favor–, César Camacho.

Algunos amigos me preguntaron si emitiría mi opinión acerca del contenido de ambos discursos. Mi respuesta, fue en el sentido de que esa tarea la considero reservada para los que militan en ese partido, y también para sus simpatizantes.

Los ajenos a dicha organización, salvo los que pertenecen al numeroso ejército de Los Glúteos Veloces, podríamos opinar de las consecuencias, si pensáremos que las hubiere (para el país y la gobernabilidad, la economía y su crecimiento y la estabilidad), de las propuestas y acciones de ese partido,  y las de sus dirigentes y militantes, en tanto seguidores de la línea partidaria.  

Es decir, para quien se dedica al análisis político y/o económico, lo conducente sería –salvo la mejor opinión de cada uno–, concentrarse en los problemas centrales del país y, dejar lo que tuviere que ver con lo interno de éste o aquel partido político a sus militantes quienes, con todo derecho, opinarían de los asuntos de la organización a la cual, voluntaria y libremente, han decidido adherirse. 

Por otra parte, la conducta de los integrantes de aquel ejército no deja de sorprenderme porque, con una autoridad que hasta donde sé nadie les ha conferido, plantean que el  PRI y sus dirigentes deberían hacer y decir, esto y lo otro.

Si tanto interés tuvieren en ése o en otro partido, ¿por qué no dejar entonces la comodidad del micrófono y del estudio televisivo, o la del cubículo, y se incorporan como militantes? En esta nueva calidad, podrían utilizar correctamente el verbo DEBER puesto que, con la legitimidad adquirida, opinarían de lo que les pareciere bien o mal de su partido.

Por supuesto, dirá más de uno, que el derecho de aquél a expresar las opiniones acerca de éste o aquel tema está protegido por la Constitución, y tendría toda la razón; sin embargo, el Glúteo Veloz que así procediere, debería saber que dirigentes y militantes del partido acerca del cual opinan –las más de las veces sin el conocimiento mínimo obligado–, cuando se enteran de sus sesudas opiniones e inteligentes recomendaciones, sólo les causan risa o son desechadas sin consideración alguna.

Por ello propongo, que dejemos a los priistas y a los militantes de todo partido político, analizar y opinar acerca de lo que plantean sus líderes. Los demás, dado que el país tiene muchos y muy graves problemas, andar metiéndonos en ese mar de lugares comunes y mensajes cifrados, es perder el tiempo miserablemente.

Por lo demás, debo decir que mi opinión del PRI la expresé el 13 de diciembre de 1968; hoy, si bien la mantengo, reconocí y reconozco que el método utilizado para expresarla fue totalmente equivocado, expresión clara de mi infantilismo político en esos años juveniles.

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