Enrique Castillo-Pesado

Ficción financiera

Enrique Castillo-Pesado

19 Sep, 2015

El CIS pregona que 42.2% de los encuestados se siente tan español como catalán; Standard & Poor’s y Brasil

¿Hay bases para reflexionar que es posible el resultado de que “si no hay mayoría soberanista” en Cataluña, ¡este proceso habrá acabado! Decía Artur Mas, sin importarle el futuro económico de Cataluña (que opinarán los integrantes del Fondo Monetario Internacional), con las elecciones del 27-S que “es vital saber si Cataluña puede ser Estado, y el primer paso es saber si tienen mayoría ¿para hacerlo? O sea, “sino no existe la mayoría soberanista, este proceso se habrá acabado”.

Mas no habrá tenido mayoría suficiente si queda por debajo de la mayoría absoluta en escaños, o la tiene en escaños, pero no en votos o sale un cuasi empate en votos (¿?). En las tres situaciones la respuesta habría sido que no.

¿La razón?: no hay mayoría como para seguir el proceso (movimiento social catalán); lo que empujaría a Mas a dimitir. Sólo entonces tendrían la viabilidad las alternativas posibles (Tercera Vía, etcétera). Y evidenciar esa insuficiencia en las urnas es la prioridad de los partidos opuestos a la secesión.

¿Existe la base para pensar que es posible ese resultado adverso con lo de Cataluña? La hay: los cerca de cuatro millones de abstencionistas del 9-N.

Es probable que muchos de ellos estén indecisos, pero la insistencia del soberanismo en advertir que la independencia no tendrá vuelta atrás; supone una invitación a que quienes dudan eviten votar a la candidatura que lleve un posible “desenlace ¿irreversible?”. Lo anterior, le pegaría fuertemente a la economía de Cataluña; ¿a Piqué, posiblemente, no, porque gana mucho dinero, no tanto como su esposa Shakira, además de que odia al Madrid y su madrilismo? Todo esto es entendible, lo que no es entendible es que juegue por España, gané un Mundial, se quité la camiseta y se ponga una de Cataluña. Hay comentaristas que le dan la razón, yo no. Y además de hacer ver eso a los votantes, los partidos contrarios a la separación deberán exigir a los que la defienden razones claras que justifiquen una ruptura tan traumática.

Si se trata de un agravio económico, habrá que verificar si su dimensión es tan enorme que haga inevitable la “ruptura”; si no existen soluciones menos dramáticas, en relación, by example, a las balanzas fiscales, ahora que sus pretendidas conclusiones están siendo cuestionadas por analistas/expertos. Y tener en cuenta los agravios y problemas que la salida independentista provocaría en los demás territorios españoles y de la UE. Ningún gobierno podría dar el paso que le piden los soberanistas con un apoyo de menos de diez por ciento de la población española.

¿España no dejó otra alternativa?

No basta discutir que “España no le dejó otra ¿alternativa?” por su negativa a negociar. No es posible negociar bajo amenaza de separación. Esto no lo quiere –ni lo desea– Mas.

Pero tras el 27 habrá qué hablar. En materia de financiación y también en relación al reconocimiento de la singularidad catalana. Pero sin que de ello se deriven, como advierte el artículo 139 de la Constitución, “privilegios económicos o sociales”.

Por otra parte, si el objetivo de todo nacionalismo es alcanzar “el nivel de autogobierno que garantiza la pervivencia (cualidad del que vive a pesar de las dificultades) de una identidad en peligro “(E. Gellner)”, hay que decir que en Cataluña ese objetivo ya ha sido alcanzado. Y ello hace innecesarias medidas coercitivas (técnica de control mental; más eficaz que el dolor, la tortura, las drogas, el uso de la fuerza física o las amenazas) que en su día se consideran imprescindibles, como las sanciones por motivos lingüísticos o el peso excesivo de ese factor en el acceso a empleos públicos. O sea, todo lo anterior, podrán ser “razones del NO”.

Pesadillas de Rousseff

Una de las mayores pesadillas del equipo económico de la presidenta Dilma Rousseff y de los miles de empresarios brasileños se ha materializado: la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s (S&P) rebajó la categoría de Brasil, colocándola al nivel BB+, considerado como bono basura. S&P, la primera de las grandes agencias que le retira la categoría citada a Brasil, atribuyó la decisión a la propuesta de presupuestos del gobierno para 2016, que prevé ya un déficit de al menos 30 mil millones de reales (unos siete mil 800 millones de dólares). No creo que vayan a reelegir a Dilma Rousseff. Y hasta la próxima, ¡abur!

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