Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

18 Dic, 2017

La economía, con freno de castigo

 

Pasó lo que preveía y Banco de México aumentó la tasa de interés de referencia en un intento más por frenar la inflación, aunque ello suponga que la economía mexicana tenga menos oxígeno para crecer.

Como lo dijimos aquí mismo la semana anterior, el instituto central tenía los dedos atrapados entre la puerta: subir las tasas supone frenar el crecimiento, dejar la tasa como estaba significaba abrirle la puerta a una inflación más elevada.

Banxico cumplió con la misión que le marca la Constitución, utilizar todas las herramientas a su alcance para que la inflación se mantenga bajo control.

Después de casi 30 años de inflaciones que en algún momento superaron el 150% anual, barrieron el poder adquisitivo y hundieron a millones de mexicanos en la pobreza es lógico que la autonomía del Banco Central tuviera como uno de los objetivos ratificar que su misión fuera, precisamente, evitar que México regresara a inflaciones persistentes y elevadas.

Este año ha sido especialmente difícil. El aumento en el precio de los energéticos y la depreciación del peso frente al dólar despertaron al monstruo dormido, y de tener una inflación en alrededor del 3% este año andamos con aumentos promedio de precios cercanos al 7 por ciento.

Al mismo tiempo, una economía que venía creciendo poco en medio de un mundo casi en recesión, se desinfló y en el tercer trimestre del año mostró cifras negativas.

En momentos de normalidad, Banxico debería bajar la tasa de interés para apoyar a la economía, pero no había espacio para ello porque la inflación amenaza con desbordarse y llegar a los dos dígitos.

La decisión de Banco de México es la correcta aunque sea sumamente impopular, pues además de frenar el crecimiento económico supone encarecer todo el crédito.

Quienes contraten hipotecas, crédito para auto o sigan apoyando su consumo con tarjeta de crédito pagarán más por ello.

Eso es precisamente lo que hace el aumento de tasas, desalentar el consumo y con ello quitar presión de demanda, lo que se refleja en menor  crecimiento económico.

Desde hace buen rato, prácticamente todo el sexenio, el peso de la corrección de los fenómenos económicos indeseables ha estado en los hombros del Banco de México.

La política fiscal, en manos de la Secretaría de Hacienda ha hecho poco: aumentó el peso de la deuda en la economía, fue incapaz de hacer el recorte suficiente al gasto para equilibrar las finanzas públicas, no propuso una reforma tributaria para aumentar los ingresos.

El futuro no puede seguir así. La política monetaria, léase Banco de México, tiene que ser acompañada por una política fiscal que equilibre las finanzas públicas con un manejo más eficiente del gasto y con una política tributaria que financie sanamente el gasto público.

La economía mexicana no dará buenos resultados si sólo se maneja con la política monetaria.

No más deuda, no más freno, pero sin duda, un gasto mejor manejado y mayores ingresos.

Ésa es la única receta que puede ofrecer resultados en el futuro.

Hasta el próximo lunes. Le deseo que Navidad y Año Nuevo le traigan a todos los lectores felicidad, paz, menor inflación y más crecimiento económico.

 

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