Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

19 Ene, 2021

¡Por favor, no hagamos a un lado lo fundamental!

 

No pocos preguntan ya, a casi 26 meses del actual gobierno, por qué el Presidente es tan popular, a pesar de la situación económica generada en tan poco tiempo. Un respetado periodista en cuestiones económicas (E. Quintana) lo atribuye al factor esperanza que generó su candidatura en el año 2018, la cual, afirma, aún persiste.

Sin dejar de lado completamente ese factor, agregaría: más que la esperanza, pienso que fue su estrategia de atacar y ofender a sus adversarios al llamarlos, despectivamente, “la mafia del poder”, lo que jugó un papel relevante.

Aunado a esto, hay otro factor, el cual, más que responsabilidad del entonces candidato, tiene que ver con el elector y su propensión —que viene de lejos en el tiempo— a pretender vivir sin trabajar y sobrevivir —así fuere precariamente— con las dádivas del gobierno en turno.

En relación con el peso de “la esperanza” en la popularidad del actual Presidente, ayer lunes, tanto Macario Schettino como Fernando García Ramírez dieron elementos que permiten reducir el peso específico en la popularidad actual que algunos le adjudican a aquélla.

Por otra parte, merece ser agregada la pésima ciudadanía (más servidumbre que ciudadanía, siervos no ciudadanos), que desde los años treinta del siglo pasado hemos construido con un celo que sorprende.

También, la manipulación política y cooptación ideológica por parte de los gobiernos posteriores ha contribuido a forjar siervos en detrimento del ciudadano.

A partir del año 1987, cuando el viejo modelo cayó hecho pedazos, se produjo una fuerte migración del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y, posteriormente, casi todos aterrizaron en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena); millones cambiaron de partido, pero, por encima de esta migración, depender de la dádiva pública para vivir sin trabajar permaneció sin cambio. 

Ante la tragedia actual, cuyos efectos han golpeado la economía de quienes “menos tienen”, me parece un tanto simplista la explicación del factor esperanza. ¿Tan limitados son los ciudadanos que, por encima de la dura realidad, aún esperan el paraíso prometido?

¿Quién, en su sano juicio, pensaría hoy que tantos imposibles serán realidad? ¿Tanto los habría afectado la cooptación y manipulación cardenista, utilizada hoy por el partido en el gobierno? ¿Esperanza, cuando es evidente la falta de recursos para cumplir lo prometido?

Al margen de si “la esperanza” o lo que señalo es válido, hay algo que debo mencionar: la facilidad con la cual los gobiernos manipulan al ciudadano para que, ante una situación o tema “inconveniente”, nos distraigamos con temas irrelevantes.

En los tiempos que corren, por ejemplo, el interés en los temas centrales pasó de la intención de desaparecer los organismos autónomos y participar abiertamente en el proceso electoral por encima de la Constitución, a atacar el “papel censor y dictatorial” de Facebook y Twitter.

 

  • ¿Qué explica este giro que nos llevó a dejar lo fundamental para abrazar lo superficial? ¿Polvos de los lodos cardenistas de manipulación y cooptación?

¿Acaso ocultar los temas fundamentales avivaría “el fuego de la esperanza” o sólo evidenciaríamos nuestra pésima calidad ciudadana?

 

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