Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

2 Feb, 2021

Y ahora, ¿qué haremos?

 

Al margen de si el contagio del presidente López Obrador es real, o un simple recurso de mercadotecnia política; también, al margen de si lo que sufrió fue un incidente neurológico fingido, propuesto esto por algunos de sus cercanos (cosa que pienso no es verdad), hay una realidad que no debe soslayarse: los modos de este gobierno en materia de su gobernación, pienso, ya no serán los mismos.

Las noticias en medios locales y del exterior nos hablan de una nueva realidad la cual, a querer y no, se ha abierto paso: la oferta de vacunas ha sido rebasada por la demanda. De la misma manera, las ilusiones de no pocos en México acerca de poder obtener millones de dosis de ésta o aquella vacuna, se han empezado a topar con una realidad la cual, lo aceptemos o no, empezó a tomar forma desde poco antes de diciembre del año 2018.

La visión, que podríamos resumir como “antiempresarial”, cobró varias víctimas; todas, no menores.

El Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), Constellation Brands, la andanada en contra de empresas constructoras de gasoductos y, más recientemente, en contra de las que han decidido, desde hace años —en varios países—, invertir en la generación de electricidad mediante el viento y la luz solar.

Hoy, esa imagen de gobierno antiempresarial identifica al nuestro; de ahí que, al pretender obtener apoyos de empresas farmacéuticas, las cosas no han salido bien.

No afirmo que haya una relación causa-efecto, pero, al menos en la imagen y mensaje que hemos estado enviando desde hace 26 meses, no es lo mejor a los ojos de los empresarios en los países que son nuestros principales socios comerciales.

Además, este gobierno —en una decisión incomprensible, por decir lo menos—, pasó de ser un actor importante en foros internacionales y organizaciones multilaterales de los cuales, en algunos casos fuimos miembros fundadores, al peor de los aislamientos.

La pregunta surge entonces sin poder detenerla: ¿qué haremos en un mercado de vacunas controlado por cuatro o cinco países, los cuales adquieren casi la totalidad de la producción de las mismas?

¿Podríamos esperar —sin hacer algo durante varios meses— a que la demanda baje y haya remanentes que permitan retomar el proceso de vacunación, hoy prácticamente suspendido? ¿Tenemos idea de lo que eso significaría?

¿Cómo reaccionarían millones de mexicanos ante la cancelación de facto del proceso de vacunación? ¿Qué explicación creíble daría el gobierno?

¿Cómo explicar el contraste entre las declaraciones triunfalistas y la crítica situación que estamos experimentando? ¿Con qué cara pediremos apoyo a quienes hemos ofendido con afirmaciones carentes de todo sustento?

 

  • ¿Cómo tomaremos la decisión de cierre de fronteras de algunos países al no permitir la entrada de mexicanos debido, entre otras cosas, al pésimo manejo de la pandemia?

¿Qué pensar de Cuba, cuando nuestro gobierno le condonó casi 400 millones de dólares para no mencionar apoyos históricos durante decenios? ¿Malagradecidos en extremo?

 

  • Ante la pregunta que da título a esta columna, ¿quién tiene alguna idea de lo que deberíamos hacer? ¿Acaso despedir a éste o aquél, y nombrar a un verdadero profesional al frente del proceso de vacunación?

 

 

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