Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 Feb, 2021

¿Y también sin dinero?

Ayer, en las páginas editoriales de Excélsior, escribí lo que podría ser la primera parte de esta colaboración: ¿Qué será de éste o aquel país sin vacunas? (Esta es la liga: www.excelsior.com.mx/opinion/angel-verdugo/que-sera-de-este-o-aquel-pais...).

Hoy agrego a la falta de vacunas, lo que me parece fundamental: los recursos para comprarlas. No olvidemos que la cantidad de vacunas que requeriríamos, mínimamente, para vacunar a 85 a 90 millones de mexicanos, y contar con un sobrante por seguridad, sería una cantidad cercana a los 200 millones de dosis, por aquello de la doble aplicación. Luego, entonces, dada la situación que enfrenta el mundo por una demanda desbocada y oferta reducida, serían los países cuyo poder económico y político es inmenso, los que primeramente las adquirirían.

Por eso agrego a la pregunta de ayer, una más: ¿Qué haremos y cómo, para ser considerados potenciales adquirientes de la vacuna, si no contamos con los recursos necesarios?

Hoy, si nos atenemos a las declaraciones del Presidente y algunos funcionarios, cada uno ofrece cifras de dosis muy diferentes y montos de recursos igual de disímiles. Uno, el sedicente secretario de Hacienda, habla de un monto ya erogado (9,200 millones de pesos), y el Presidente afirma que tenemos disponible —en cash— más del triple de dicha cantidad: 32 mil millones.

En cuanto a dosis a adquirir, la confusión es aún mayor.

¿Qué significan estas divergencias entre quienes deberían tener la misma información? Simplemente, que no está asegurado el abasto y también que no hay recursos para su adquisición. Dicho de otra manera, seguiremos recurriendo a la buena voluntad de éste o aquel país, dado el México mendicante que hoy somos (¡una vacunita por el amor de Dios). Así, nos irían entregando, a cuentagotas, unas vacunas para ir, también, paso a pasito, aplicándolas sin una estrategia clara y correcta.

Así, pues, ¿qué futuro vislumbraríamos para nuestro país de carecer de los recursos para adquirir las vacunas requeridas en cantidad y oportunidad para concretar un programa de vacunación el cual, hoy, es un rosario de promesas mal hilvanadas y mentiras sin relación alguna con la realidad enfrentada en materia de vacunas?

¿Es viable, entonces, pensar en una reducción sostenida del número de fallecidos y contagios sin vacunación masiva?

Además, dado el número reducidísimo de aplicaciones por día, ¿podremos aspirar a concretar ese objetivo?

Por otra parte, ¿quién en su sano juicio aceptaría como viable el plazo que da el presidente de la República Mexicana para tener, al 15 de abril, 15 millones de adultos mayores de 60 años vacunados, con una aplicación? Y con dos, ¿cuándo?  Si tomáremos como día uno ayer lunes 15, en 60 días —al 15 de abril— deberíamos vacunar diariamente a 250 mil adultos mayores, lo cual ni el más recalcitrante de los adoradores del Presidente aceptaría como factible de concretar.

*

Las preguntas ahí quedan, simplemente para darnos cuenta de la poca seriedad que priva aquí y ahora. Ante la dolorosa realidad, producto de la incapacidad y la soberbia, ¿qué será de México y qué nos espera? ¿Por qué no respondemos? ¿Miedo a la verdad?

 

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