Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

14 Feb, 2024

¿Hay que darle sagrada sepultura a la Sectur?

Hace unos días le pregunté a un colaborador cercano a Miguel Torruco, titular de la Secretaría de Turismo, que si su jefe pretendía quedarse al frente de la dependencia en caso de que Claudia Sheinbaum ganara las elecciones presidenciales.

“Yo le he escuchado decir al secretario que, al terminar este sexenio, se irá a su casa a disfrutar de sus nietos, y es que ha sido muy desgastante cumplir con su tarea sin tener presupuesto”, me respondió esta persona a la que no menciono para evitarle problemas.

Lo mismo le pregunté a Nathalie Desplas, la titular de Turismo de la Ciudad de México y quien llegó a ese cargo invitada por Sheinbaum debido a una recomendación del secretario Torruco.

“¿Por qué me preguntas esas cosas?”, me respondió alarmada, “yo no tengo idea, mejor pregúntame sobre cómo van las cifras del turismo en la capital…”.

En realidad, es una pregunta irrelevante, pues la de fondo es qué planes de gobierno tiene Sheinbaum respecto al turismo.

Sobre todo, porque en su equipo cercano hay dos o tres economistas serios, pero ningún experto en turismo.

Quienes ven el vaso medio lleno recuerdan que hay consenso en los titulares de Turismo de los estados en que hace falta el músculo del gobierno federal para impulsar la Marca México y que el país compita en igualdad con otros grandes destinos turísticos, como Estados Unidos o España.

Además, se entusiasman porque, si bien el presidente Andrés Manuel López Obrador liquidó el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), no fue una de sus grandes acciones de gobierno.

Sheinbaum claramente se cuadra ante el tabasqueño y difícilmente se atrevería a llevarle la contraria en aspectos cruciales, como el cierre del aeropuerto de Texcoco o el Tren Maya.

Pero sería muy bien recibido por el sector turístico que se reactivara la promoción del país y ello se podría lograr con un organismo que no repitiera los errores y excesos que se cometieron en el CPTM.

Pero quienes ven el vaso medio vacío sostienen que los principales destinos turísticos del país ya aprendieron a “rascarse con sus propias uñas” y que no es relevante que otros se sigan perdiendo en el “anonimato” de la historia.

Como Zacatecas o Colima, que de todas maneras seguirán recibiendo cada vez menos visitantes mientras el crimen organizado se siga expandiendo como la hierba.

En ese caso, lo mejor sería cerrar la Secretaría de Turismo y que otra dependencia, como la Secretaría de Economía, abriera allí una subsecretaría responsable de los temas turísticos y para evitar hacer frente de un golpe a los pasivos laborales.

Vaya, hasta se podría vender el icónico edificio de Mazaryk y, finalmente, una cadena de hoteles como Riu se podría hacer de un inmueble icónico en la capital del país, como el que ha venido buscando desde hace tiempo.

Los destinos poco importantes, los Pueblos Mágicos, ésos sí resultarían afectados, pero de todas maneras ya lo están, pues una Sectur sin presupuesto ni poder es otro de esos “floreros”, bastante feo, por cierto, que tanto le disgustan al jefe del Ejecutivo federal.

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La moneda está en el aire, pero lo peor que podría suceder es que la Secretaría de Turismo siga siendo una entelequia, donde su titular siga “tocando puertas” desvencijadas o quedándose en el recibidor de las que valen la pena.

 

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