Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

20 Mar, 2024

Un galimatías canadiense

Escribo esta columna en un vuelo de la Ciudad de México a Vancouver, a donde me dirijo con mi esposa, Laura, antes de viajar a Yellowknife, “capital mundial de las auroras boreales”.

Destination Canada, a petición nuestra, nos apoyó en parte del viaje, pues compartiremos la historia como periodistas.

Y, como un bono extra, obtuve una travesía burocrática para visitar ese país, socio de México a través del T-MEC.

Ésta comenzó cuando compramos los boletos de avión el 28 de febrero y, al día siguiente, Canadá le reimpuso a México la visa; por lo que el 4 de marzo aplicamos la Autorización Electrónica de Viaje (eTA, en inglés), pues tenemos visa de Estados Unidos.

Laura recibió su eTA en tres minutos y yo un mensaje que me decía que revisarían mi caso y me responderían en 72 horas.

El lunes 11, 140 horas después, pregunté a la embajada qué podía hacer y me dijeron que escribiera a mexicoeta.ave@international.gc.ca.

Luego me compartieron un formato de consulta y allí me respondieron que seguía en revisión y que no hiciera planes hasta tener el veredicto.

En realidad, los planes habían comenzado cuando adquirimos los boletos y, mientras digería aquel comentario, me escribió la directora de PR Central, agencia de Destination Canada, por otro asunto relativo al viaje y le respondí que probablemente no podría hacerlo.

Ella contactó a la embajada y el 12 marzo recibí un nuevo correo indicándome que creara una GCKey y luego una cuenta segura con Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá (IRCC, en inglés).

Un reto de habilidades digitales, pues primero hay que ver cuatro videos en inglés o francés para llenar un formato con seis preguntas secretas y crear la cuenta segura.

Preocupado, porque en uno de los videos decían que posiblemente tendría que tramitar una carta de no antecedentes penales, y el tiempo se agotaba.

Resignado, procedía a abrir la cuenta segura y me pidieron inventar seis preguntas secretas diferentes, lo que me transportó a regiones ignotas de mi memoria. Luego tuve que descargar una App de autentificación y ligarla con el número de mi trámite para una segunda revisión de seguridad.

La recompensa fue oootro formato para mis datos, donde poner mi apellido era obligatorio, pero el nombre de pila era opcional.

Incluí ambos y recibí un mensaje de “incorrecto”; al borde de un ataque de ansiedad hablé con un amigo experto en trámites en línea, quien me dijo: “Quítale el nombre de pila”.

¡Bingo!, después de tres horas vinculé mi expediente con la GC Key y la cuenta segura del IRCC... para descubrir que necesitaban una copia en PDF de la visa estadunidense y otra del pasaporte. Algo que no me habían pedido por correo; tras hacerlo, me respondieron que ya me escribirían, pero pasó otro día y la eTA no llegó.

Ya convencido de que Laura se iría sola, yo optaría por un Apple Vision Pro para disfrutar las auroras boreales; venturosamente, el jueves llegó mi eTA que, en lugar de a Canadá, me pareció la llave al cielo.

Algunos mexicanos han abusado de ese país pidiendo refugio, pero, si hay interés en seguir haciendo negocios con viajeros que gastan mucho, tienen que simplificar y orientar mejor.

O, al menos, las autoridades podrían liberar otro video sobre cómo lidiar con el estrés.

 

PAUSA

Esta columna se volverá a publicar el próximo 3 de abril.

 

 

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