¿Trump provocará otra crisis?

No ha sido la primera vez ni será la última, aunque la verdadera pregunta es hasta cuándo lograrán sortear la gran crisis que muchos temen por la gran deuda global
Economía -
¿Trump provocará otra crisis? Foto: Reuters
¿Trump provocará otra crisis? Foto: Reuters

CIUDAD DE MÉXICO.- No ha sido la primera vez ni será la última, aunque la verdadera pregunta es hasta cuándo lograrán sortear la gran crisis que muchos temen por la gran deuda global. Esta vez no es 2008. No hay nadie en el mercado que no intuya que estamos al final de un ciclo económico y que una nueva crisis está a la vuelta de la esquina, quizás en uno o dos años.

Esta vez a nadie le tomará por sorpresa: saben que ahí está, que puede ser colosal, y que cuando aparezca, nos puede aplastar.

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El presidente Donald Trump también lo sabe. Cuando estaba en campaña lo pregonó muchas veces: estamos en medio de una “gran burbuja”, nos decía el entonces candidato presidencial, que se ha venido gestando durante muchos años de “dinero barato” y que cuando estalle terminará ocasionando una “recesión masiva”. Ése era en buena medida su discurso, aderezada con su bella retórica. Pero esta vez no se trata ni de “posverdad” ni de “fake news”. Detrás hay hechos y evidencias.

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Los hechos consisten en unos niveles de deuda y apalancamiento completamente disparatados, y unas valuaciones de los activos financieros que son demasiado caras y que no se corresponden con una actividad económica que, desde que terminara la recesión a mediados de 2009, ha sido frágil, con un crecimiento de los salarios muy tenue y que no se ha sentido al pie de la calle, donde los ciudadanos siguen viviendo en una situación de precariedad y angustias para llegar a fin de mes.

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Eso no lo dice Trump. Lo dice el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último Informe sobre la Estabilidad Financiera Global, ahora que celebra su reunión anual en Bali. En ese informe, el FMI nos advierte que el porcentaje de la deuda total no financiera respecto al PIB de las economías financieramente desarrolladas se ubica en 250%, un nuevo récord histórico. En ese contexto, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, reconoció que la deuda total en el mundo, tanto pública como privada, era de 182 billones de dólares, o un 60% más alta de lo observado en 2008, antes de la crisis financiera.

Según el FMI, el PIB mundial en 2017 rondó 80 billones de dólares.

Errores de Trump

Trump, como decimos, era absolutamente consciente de esa situación desde hace tiempo. Sin embargo, aun siendo perfectamente consciente, la política que ha manejado desde que llegara a la Casa Blanca ha sido la opuesta a la aconsejada: en vez de actuar contra el ciclo, en vez de tomar medidas preventivas, en vez de generar superávits fiscales y colchones anticíclicos, se ha dedicado a derrochar, a inyectar más dinero a la economía para impulsar su crecimiento mediante un gigantesco recorte de impuestos y una agresiva política de gasto militar.

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Esa política es completamente contraproducente se mire por donde se mire. Por un lado, está incrementando los déficits presupuestarios y la deuda estadunidense, por lo que está aniquilando la capacidad de respuesta fiscal de la mayor economía del planeta ante una futura crisis. Por otro, los estímulos fiscales han sobrecalentado la economía estadunidense en un momento en el que su capacidad ociosa ya era de por sí muy escasa: la tasa de desempleo se redujo a 3.7% en septiembre, un mínimo de casi 50 años, y los salarios empiezan a dar señales de crecer a un ritmo más rápido y consistente.

Aunque la inflación permanezca cerca de la tasa objetivo de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) de 2.0%, el presidente de la Fed, Jerome Powell, y sus colegas consideran que en ese escenario doméstico hay no sólo espacio para proseguir con el proceso de normalización de la política monetaria, todavía excesivamente acomodaticia, sino además para acometerlo a un ritmo más rápido de lo inicialmente previsto.

Esas expectativas han presionado al alza las tasas de los bonos del Tesoro de largo plazo en Estados Unidos, una tendencia que empezó haciendo estragos en los países emergentes peor pertrechados, como Argentina y Turquía, pero que después se propagó a los mercados financieros asiáticos, continuó en Europa hasta alcanzar, la semana pasada, al epicentro de los mercados financieros: Wall Street.

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Lo peor es que los errores de Trump no se concentran exclusivamente en su estrategia de política fiscal y sus implicaciones de política monetaria. Hay dos elementos más que dejan a la economía mundial en una clara situación de vulnerabilidad ante una futura crisis económica global: el primero es la guerra comercial con China, otro factor que amenaza con frenar el crecimiento mundial y que, en caso de crisis, puede exacerbar los ánimos proteccionistas; el segundo es su decisión de desmontar todo el aparato de regulación y supervisión sobre el sector financiero que levantó la administración de Barack Obama tras la crisis de 2008, una política que además ha ido acompañado por un desprecio absoluto hacia las instituciones internacionales, lo que puede debilitar los esfuerzos de cooperación desde un marco institucionalizado en caso de otra crisis financiera global.

Contra la FED

Por tanto, Donald Trump tiene una alta dosis de responsabilidad respecto a la actual situación de la economía y de los mercados financieros. Pero como siempre, descarga la responsabilidad sobre los otros. Ahora vocifera, sin sonrojo, que la culpa es de la Fed, que está cometiendo un error al querer restringir las condiciones monetarias demasiado rápido: esos aumentos de tasas están encareciendo los préstamos a las corporaciones, limitando la inversión.

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Pero sobre todo está encareciendo el costo del servicio de la deuda, sin embargo, la Fed no hace más que cumplir su mandato. Si la economía está en pleno empleo y la inflación flirtea entorno a su meta de mediano plazo, es normal que la Fed eleve las tasas con dos objetivos en mente: uno, enfriar el sobrecalentamiento estadunidense tras años de dinero demasiado barato; y dos, recuperar margen monetario que le permita maniobrar en el futuro en caso de una nueva crisis.

De modo que mientras Trump llama a la gente de la Fed locos, Christine Lagarde admite que su decisión no sólo es legítima, sino que es necesaria, pese a las turbulencias que está ocasionando en los mercados globales. 

El caso es que, hasta la semana pasada, Wall Street había logrado desafiar a la tasa de 10 años de Esta-dos Unidos, a la guerra comercial y al descalabro financiero que ya se observaba en otros rincones del mundo.

Ahora también la bolsa estadunidense se ha puesto a temblar, si bien es verdad que, si las cosas se pusieran muy mal, la Fed puede activar su “put” cuando quiera, esa operación en que decide detener la caída de las bolsas indicando, simple y llanamente, que se puede tomar una pausa en el ciclo de subida de tasas.

Trump está cometiendo demasiados excesos, y aquí es bueno recordar su historial de quiebras. Ahora está echando la culpa a Powell, el presidente de la Fed. No ha sido la primera vez ni será la última, aunque la pregunta es hasta cuándo lograrán sortear la gran crisis que muchos temen se viene encima por la enorme deuda que existe en el mundo.

* Director de llamadinero.com

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