José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

11 Jun, 2021

El cisne verde**, palabrería hueca

La Red de Bancos y Supervisores Bancarios para “Verdear” el Sistema Financiero (NGFS), junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de Pagos Internacionales (BIS), organizó la semana pasada su conferencia titulada El cisne verde 2021 para “definir las medidas de acción inmediata que debe tomar el sector financiero para enfrentar los riesgos vinculados al cambio climático”.

Se trató de definir pasos prácticos para enfrentarlo, como crear una taxonomía común en temas “verdes”, nuevas políticas, hacer pública la situación financiera de entidades involucradas y movilizar los mercados de capitales para enfrentar el cambio climático e identificar su “huella de carbono”.

La participación de los bancos centrales se sustenta en la premisa de que el cambio climático, previsiblemente, afectará en forma negativa la estabilidad financiera, de cuya integridad son responsables, lo que también se podría decir de las guerras y nadie encomienda a los bancos centrales que las impidan.

Algunos de los medios para alcanzar estos fines, según el Banco de México, son:

1. Promover en el sector financiero la evaluación de oportunidades y riesgos vinculados al medio ambiente.

2. Alentar la definición e identificación de infraestructuras, bonos y préstamos “verdes” basados en su uso de carbón y agua.

3. Crear instrumentos que promuevan prácticas amigables al medio ambiente entre los agentes económicos.

Lo que pretenden hacer los bancos centrales en este tema evoca lo que hicieron muchos gobiernos para combatir la política de apartheid (segregación racial) en Sudáfrica, mediante bloqueos comerciales que tuvieron un impacto devastador sobre su economía y forzaron el cambio.

Me recuerda también las políticas que siguió el Banco de México durante muchos años de canalizar crédito a sectores “prioritarios” a tasas de interés subsidiadas, los llamados “cajones selectivos de crédito”, que crearon una verdadera maraña de intereses creados, ineficiencia y corrupción que costó mucho eliminar.

Los bancos centrales validan la más extrema visión del apocalipsis climático que afirma que el fin de la humanidad llegará en una o dos décadas, como lo hizo el Club de Roma y el Meadows Report de los 60, basados en un modelo “infalible” del MIT ¡que excluía la reacción en oferta y demanda ante cambios en los precios!

Es revelador que los organizadores del Cisne Verde 2021 hayan invitado a su conferencia a algunos de los más prominentes charlatanes que promueven el milenarismo climático, como el exvicepresidente de EU, Al Gore, que se ha hecho rico espantando “con el petate del muerto”*** climático, y Joe Stiglitz, quien fue buen economista, pero se volvió promotor de las agendas de izquierda más extremas.

De ninguna manera niego el calentamiento global, que es un problema real causado, en gran medida, por la acción humana, pero mientras las cifras duras de los hallazgos climáticos han permanecido constantes en las últimas dos décadas, la retórica sobre este tema se ha deschavetado por completo.

Es lamentable que instituciones que solían ser las más serias y respetables en el ámbito financiero, como los bancos centrales, el FMI y el BIS, abracen y diseñen políticas basadas en el catastrofismo climático.

 

*Consultor en economía y estrategia en Washington DC y catedrático en universidades de México y EU

**Alusión al Cisne Negro: el impacto de lo muy improbable, de Nassim Nicholas Taleb, pero aplicado al catastrofismo climático

***Expresión mexicana del siglo XVIII. Ver http://guadalajara.net/html/tradiciones/01.shtml

 

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