Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

25 Nov, 2019

Con claroscuros, la economía sin salida

El Presupuesto de Egresos 2020 ha levantado la tolvanera donde tiene sus pocas virtudes y poco se ha señalado los muchos oscuros que trae.

Entre sus virtudes destaca el hecho de que les ha quitado dinero a grupos que tradicionalmente han sido saqueadores de fondos públicos o a instituciones que se han vuelto intocables por “ser imprescindibles” para la vida de la nación.

Entre los primeros sobresalen las organizaciones campesinas que, sexenio a sexenio, han doblado a presidentes y al Poder Legislativo para obtener una buena tajada del presupuesto. Tajada que se queda únicamente en los bolsillos de los líderes y no tiene que ver nada con la producción agrícola ni con el nivel de vida de los campesinos de nuestro país.

Paralelo a ellos hay varios organismos ciudadanos con inmensos presupuestos que crecen cada vez más; con burocracias doradas inmensas, con infraestructuras de primer mundo que justifican lo que se les asigna porque ellos dicen ser vitales en la vida nacional.

Póngale el nombre del Instituto Nacional Electoral y encontrará una enorme burocracia ciudadana, verdadera casta dorada que hoy asegura que le han dado un golpe mortal cuando la realidad es que lo que deberían hacer es pensar en que la democracia no puede ser más cara año con año.

Y súmele a ellos, a los gobernadores de todos los Estados, donde las burocracias y las deudas han crecido al parejo y a quienes, en las aportaciones federales y el gasto federalizado no se les aumentó, pero tampoco se les disminuyó. 

Por lo que hace a las participaciones, en el presupuesto aprobado no disminuyen, pero en la realidad, lo más probable es que sí suceda en la medida que los ingresos, sobrestimados, no se cumplan.

También, entre las virtudes, habría que anotar el que se ha convertido en el proyecto estrella del sexenio: las pensiones para adultos mayores, con una partida de alrededor de ciento sesenta y cinco mil millones de pesos nada más.

Pero es probable que las virtudes terminen ahí, porque los oscuros son muchos.

Uno muy grave: quitar dinero a proyectos y planes que funcionan y destinarlo a donde hay subejercicios o a instituciones que no existen.

El mejor ejemplo podría ser la educación, donde se mandan recursos a las becas, con grandes subejercicios, o a financiar las universidades del presidente Andrés Manuel López Obrador que todavía no existen.

Y gravísimo es el desplome a la inversión en infraestructura.

Se ha decido que el país no tenga infraestructura, ni siquiera los proyectos del presidente Andrés Manuel, el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, a los que se les asignaron partidas pequeñas que significaría que se terminarán en veinte años o nunca.

Y para rematar, el uso discrecional de casi medio billón de pesos en programas sin padrones, sin rendición de cuentas y, desde luego, el pecado mortal de acabar con Progresa, un programa ejemplo a nivel mundial.

En resumen, con algunas virtudes, pero muchos oscuros, el proyecto de gasto significa que la economía no crecerá, que el desempleo llegará y que, con una economía colapsada, ningún proyecto, ni la Cuarta Transformación tiene vida larga.

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