Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

27 Abr, 2020

Nuevo enfrentamiento entre Banxico y el gobierno

La última ocasión en que Banco de México y el gobierno federal contrapuntearon posiciones fue en 1984, en el sexenio de Miguel de la Madrid.

El resultado de ese enfrentamiento fue la crisis de 1985, a la que también se le hizo frente con medidas de austeridad que incluyeron la eliminación y compactación de Subsecretarías.

Carlos Salinas de Gortari, quien era el secretario de Programación y Presupuesto, acusaba al Banco de México, bajo el mando del extraordinario banquero central, Miguel Mancera, de elevar las tasas de interés, con lo cual obligaba al gobierno a gastar más para pagar los intereses de la deuda.

Miguel Mancera afirmaba que lo que en realidad sucedía era que el gobierno tenía su gasto fuera de control, entraba a los mercados a demandar dinero y con eso subía las tasas de interés.

Hoy vemos un nuevo enfrentamiento entre el Banco de México y el gobierno federal, aunque hoy las posiciones están al otro lado de aquel 1984. El banco central quiere que se gaste más y el gobierno federal quiere reducir su gasto.

El Banco de México considera, creemos que con razón, que ante la recesión económica que trae el país desde el año pasado, y que se hará más profunda con las consecuencias del COVID-19, lo adecuado es gastar para darle aire a la economía.

Con ese pensamiento bajó de golpe su tasa de interés a 6.0% y realizará, vía el sistema financiero, una inyección de 750 mil millones de pesos, 3.3% del PIB, para que los bancos presten a empresas y personas físicas y la demanda se estimule.

El mismo remedio o curas similares están aplicando todos los bancos centrales del mundo.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está convencido de que no hay crisis, que lo que hay es una pequeña tormenta pasajera, que saldremos bien y que él tiene otros datos.

Por ello, decidió decretar un programa de austeridad republicana que, en esencia, consiste en reducir el salario de los altos burócratas, no pagarles el aguinaldo, disminuir 75% el gasto operativo del gobierno, canalizar recursos a sus programas sociales y continuar con sus obras públicas emblemáticas.

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En el mundo, los gobiernos están haciendo exactamente lo contrario; espantados por los signos de recesión, lanzaron programas de apoyo a sus empresas y personas físicas y están aumentando su gasto público para aminorar la recesión que viene y programar que las economías se recuperen en 2021.

El caso de México, que ya se comenta a nivel internacional, es preocupante. Sin duda alguna estamos en una recesión desde 2019, la cual, a causa de la crisis de salud, podría hacer que la economía caiga cuando menos 10% en 2020 y que no haya visos de recuperación para 2021.

Existe, además, el peligro de que la recesión se convierta en una larga depresión y que, en lugar de crear dos millones de empleos, como dice el Primer Mandatario que se hará, perdamos ese mismo número de empleos formales.

México no tiene enfrente una pequeña y corta crisis económica, sino un tsunami que amenaza a las empresas, a los empleos y a los ciudadanos, cuya perspectiva es que la clase media se convierta en clase pobre y que los pobres caigan en la miseria.

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