Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

22 Ago, 2018

Cripto-gatitos

Hay que tenerle miedo a las monedas virtuales. No sólo porque narcotraficantes mexicanos puedan emplearlas para lavar dinero en sofisticadas operaciones que pasan incluso por China, donde las criptodivisas son muy populares (así lo informó Excélsior en su nota principal del domingo 18 de agosto). Esta tecnología también incita a las personas a conductas sicológicamente extrañas, como adquirir mascotas digitales para “cuidarlas” y “cruzarlas” como si fueran de carne y pelo.

No es broma: en la página canadiense www.cryptokitties.co se invita a los usuarios a coleccionar y criar gatitos virtuales, cada uno con un “genoma único que define su apariencia y rasgos”. No se trata de representaciones fotorrealistas de felinos, sino de versiones caricaturizadas que poseen atributos únicos o raros para regocijo de sus “amos”.

CryptoKitties se presenta como uno de los primeros juegos del mundo basados en la tecnología llamada blockchain, la misma que hace posible el bitcoin, y que poco a poco comienza a multiplicar sus aplicaciones (hace unos meses expusimos en este espacio cómo la compañía Kodak recurrió a la también llamada “cadena de bloques” como estrategia para la protección autoral de imágenes en el ciberespacio).

Estos cripto-gatitos, aclara la página oficial, no son en estricto sentido una moneda digital, pero sí retoman algunas de sus características. Entre ellas, la seguridad de que cada uno de ellos es único en su clase, que no pertenecen a nadie más que a su propietario y que no pueden ser replicados o destruidos.

En una especie de declaración de principios, los artífices de esta peculiar empresa creen que la tecnología del blockchain no tiene por qué ser exclusiva de los mineros de criptodivisas, sino que es accesible para todos.

Y a la pregunta de por qué aplicarla a los mininos, ellos mismos responden: “¿Y por qué no? Los gatos son imposibles de entender. No discriminan: desprecian a todos por igual. Más que nada, son diferentes. Extraños, divertidos, y desesperadamente entretenidos”. Son la mascota de internet, definió el CEO de CryptoKitties, Roham Gharegozlou.

Su filosofía se sintetiza en la frase: “no estamos tratando de construir el futuro, estamos tratando de divertirnos con eso”.

No sólo es chunga: también resultó negocio. Al momento de escribir estas líneas, se han vendido un total de 326 mil 271 “gatitos únicos” con un monto de transacciones superior a los 25 millones de dólares, de diciembre del año pasado a la fecha, de acuerdo con la página kittysales.herokuapp.com. El precio promedio de venta es de 61 dólares, aunque hay ejemplares que se “cotizan” en más de 70 mil. En este caso resulta legítimo preguntarse de qué están hechos, además de pixeles.

CryptoKitties es famoso en el mundo de la tecnología por ser el ejemplo más popular de una categoría llamada “aplicación descentralizada” (dApp), cuya definición precisa aún está sujeta a debate, pero que engloba a programas en los que la interacción se da directamente entre usuarios y proveedores de servicios sin la participación de un tercero, que es quien suele gestionar y almacenar los datos de ambos (un ejemplo sería solicitar un auto de alquiler sin la mediación de Uber).

La plataforma más conocida en la que ocurren este tipo de acuerdos –conocidos como “contratos inteligentes”– se llama Ethereum, el cual cuenta con su propia moneda –el ether– y cuya creación se le atribuye a Vitalik Buterin, un joven nacido en 1994 en Rusia y radicado en Canadá desde el año 2000.

Según su sitio web, Buterin fue fanático del videojuego en línea World of Warcraft hasta que la desarrolladora Blizzard decidió eliminar uno de los poderes de su personaje favorito. A partir de ahí definió que su nuevo enemigo (real, no en el juego) sería el modelo de servicios centralizados prevalecientes, lo que lo animó a desarrollar su propia blockchain (previamente ganó fama como experto en bitcoin, tema del que fundó una revista especializada).

CryptoKitties funciona por medio de contratos inteligentes en Ethereum y su meta declarada es enseñar a la gente de forma divertida a usar el blockchain. Lo cual no impide que busquen expandir su negocio al lucrativo mercado asiático, que abarcaría desde Pekín hasta Tokio, pasando por Seúl, según informó el pasado sábado el portal Techcrunch.

Esto significa que ya mueven la patita como el gato de la suerte chino.

marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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