El espejo de Brasil

Hace 14 años, la portada del semanario The Economist mostraba al Cristo de Corcovado despegando como un cohete, simbolizando el surgimiento económico de Brasil. En ese entonces, el acrónimo BRICS, que refería a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica como países de amplio potencial económico, estaba en boga. Como sabemos, la promesa no se cumplió en el caso de Brasil. Sin embargo, la nación sudamericana está recuperando su atractivo y, aunque no es mencionada tan frecuentemente como México en el contexto de la reconfiguración de las cadenas de suministro (nearshoring), está atrayendo el doble de inversión extranjera directa. Según los datos de la CEPAL, el año pasado Brasil atrajo 91,502 millones de dólares, lo que representó un crecimiento del 97% en comparación anual. México ocupó el segundo lugar en América Latina, con 38 mil 932 millones de dólares y un crecimiento del 16 por ciento.

LAS DIFERENCIAS

Las diferencias son palpables. Los datos muestran que incluso EU invirtió más en Brasil que en México, y no se trata sólo de la situación política. Si bien es cierto que Andrés Manuel López Obrador genera posturas que empañan el clima de inversión, Brasil enfrentó en octubre una elección en la que existía una posibilidad muy real de que Bolsonaro intentara desviar el rumbo democrático. Según el Índice de Libertad Económica realizado por la Heritage Foundation, que toma en cuenta cuatro pilares: Estado de derecho, tamaño de gobierno, eficiencia regulatoria y apertura de mercados, Brasil se ubica en la posición 127, mientras que México está en la posición 61. De acuerdo con esta clasificación, Brasil tiene una mejor puntuación que México en Estado de derecho, casi igual en tamaño de gobierno, con una ligera ventaja en carga tributaria, pero una gran desventaja en salud fiscal, apertura de mercados y libertad económica. Sin embargo, si revisamos el Índice de Estado de Derecho del World Justice Project, Brasil se ubica en la posición 81, mientras que México se encuentra en la posición 115. En cuanto a estructura económica, Brasil tiene una economía potente en materias primas, como azúcar, café, soya y óxido ferroso, así como petróleo, además de un gran sector manufacturero y una economía de servicios, aunque estos dos últimos sectores están orientados principalmente hacia el mercado interno. Los tres principales destinos de exportación de Brasil fueron China, que representó 30%; Estados Unidos, 10%, y Argentina, 4 por ciento. En contraste, para México, su principal mercado fue Estados Unidos, 77%; seguido por Canadá, 3%, y China en un lejano tercer lugar con 1 por ciento. La vinculación con la economía más grande del mundo y el distanciamiento que está tomando EU de China debería hacer a México muy atractivo para las empresas estadunidenses y chinas, pero ambos países invierten más en Brasil.

LAS MEDIDAS CONTRACÍCLICAS

En donde Brasil superó con creces a México fue en las medidas contracíclicas. A pesar de que el gobierno de Jair Bolsonaro se identifica con la derecha, implementó fuertes medidas de apoyo directo a los hogares que superaron el 5% del PIB. Por su parte, México, a pesar de tener un gobierno supuestamente de izquierda, se comportó como el más ultraliberal y prácticamente no otorgó ningún tipo de apoyo. El resultado fue que Brasil regresó a un nivel económico previo a la pandemia un año antes que México.

LA NARRATIVA

Con las condiciones que tiene México, el crecimiento y la inversión extranjera directa  deberían estar muy por encima de los niveles actuales. Una de las áreas donde Brasil, por ejemplo, ha atraído mucha inversión es en energía, ya que su mercado de hidrocarburos se encuentra mucho más liberalizado que el de México, algo que ocurrió durante el primer mandato de Lula da Silva. Más allá de lo anterior, México debe crear una narrativa de éxito y, en ese contexto, es crucial que exista ecuanimidad para observar los factores objetivos que destacan las extraordinarias ventajas que México posee en la coyuntura actual.