La soberanía y la dignidad nacional no son moneda de cambio

Por Martín Rodríguez Sánchez

Centroamérica adolece de severos problemas sociales, económicos y políticos que empujan a su población a migrar en busca de mejores condiciones de vida en EU. En su trayecto está México, país que hace frente de forma diplomática y apegada a derechos humanos a tan homogéneo fenómeno, no obstante, la intolerancia del presidente Donald Trump tiene una óptica diferente de lo que sucede en la frontera sur mexicana.

El mandatario estadunidense anunció medidas para aplicar un impuesto de 5% a los productos originarios de México, que entrarían en vigencia a partir del 10 de junio del año en curso, como reprimenda a lo que define como “trabajo inconcluso en el tema migratorio”.

¿Sus acciones tendrán un objetivo de trasfondo? o ¿Será un mensaje subliminal que involucra el proceso de validación del Tratado México-EU-Canadá (T-MEC)? Lo cual no tendría justificante dado el esfuerzo en materia comercial que han llevado a cabo los tres países.

Cualquiera que sea la respuesta, una cosa es segura, no se pueden usar como moneda de cambio la soberanía y dignidad de un país, sobre todo si lo que busca implica dos factores diferentes, uno económico y otro social.

Como presidente del Consejo Internacional de Empresarios (Coine), coincido con la postura adoptada por nuestro mandatario, que llama
al diálogo y al consenso para establecer acuerdos que establezcan condiciones más dignas para los países centroamericanos, y que se traduzcan en la disminución de los índices de migración hacia los Estados Unidos.

Recientemente, especialistas del Coine hicieron un análisis a detalle para detectar el comportamiento de las inversiones y los negocios mexicanos en Centroamérica, que nos permiten establecer diferentes rutas de acción, las cuales apuntan para coadyuvar en los trabajos de la cancillería mexicana y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), a través del plan de Desarrollo Integral México-Centroamérica.

En definitiva, la cooperación e inversiones en la región representan la vía para disminuir la violencia, frenar la pobreza extrema, combatir el hambre, incentivar el empleo, así como concretar los negocios y el crecimiento empresarial, sumando a la cohesión y reconstrucción del tejido social centroamericano.

Nuestro Presidente dio un primer paso, pero ahora corresponde al resto de las dependencias federales, así como a la Iniciativa Privada
(IP), guardar la calma y llevar a cabo soluciones que mitiguen el impacto de las acciones de Donald Trump, las cuales, sin entrar aún en vigencia, ya han provocado caos a nivel global, sobre todo en los mercados cambiarios y en las bolsas de valores.

Hoy, el llamado es para anticiparnos y tener soluciones ante lo que pueda venir. Recordemos que tan sólo en 2018 las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos alcanzaron más de 358 mil millones de dólares, por lo que un arancel de 5% se reflejaría en más de 17 mmdd en impuestos, lo que impactaría significativamente a las empresas en México.

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