La miscelánea fiscal aprobada es un freno a la recuperación y la reforma energética; si se aprueba, beneficiará a la economía en tres o cuatro años.
Se privilegia el gasto por encima de los resultados y hay docenas de programas que no se sabe si son efectivos o no, pero tienen dinero asignado.
- El país está dejando de ser una potencia petrolera; y en menos de una década no sólo no exportaremos petróleo, sino que habrá que importarlo.
- Aun con la reforma energética, la promesa de crecer cinco por ciento anual en forma sostenida tendrá que dejarse para después de este sexenio.
El mercado interno se ha vuelto anémico y los efectos son graves: miles de comercios, grandes y pequeños están sufriendo como nunca antes...
El gravamen consiste en aplicar un tributo de 5% a aquellos alimentos que tengan más de 275 kilocalorías por cada 100 gramos del producto.
No se trata de hacerle cambios y quitarle dientes. Sencillamente hay que dejarla en espera de tiempos mejores, cuando la economía se recobre.
La forma más sencilla que tienen las empresas para calcular su pago de impuestos y saber que están cumpliendo con sus obligaciones tributarias.
Esta diferencia de actuación es preocupante. Las crisis mexicanas tienen como telón de fondo los pleitos entre Hacienda y el Banco de México.
El costo será alto porque se habrá desaprovechado la ventana de oportunidad que existía para hacer un planteamiento fiscal integral.
Con la miscelánea, el gobierno dice que tendrá ingresos extraordinarios por 240 mil mdp, siempre y cuando la economía crezca 3.9% en 2014.
El país no puede basar la salud de sus finanzas públicas quemando el petróleo; se necesita sufragar el gasto público con ingresos tributarios.
Es ilógico cuando se observa que la economía de Estados Unidos creció 2.5% en el primer semestre, frente a un decepcionante 1% de la mexicana.
Quienes trabajan en el gobierno reciben su salario íntegro, sin deducciones de impuestos, mientras el resto de los asalariados son causantes cautivos.
En los primeros tres meses del año el freno estaba hasta el fondo: el gasto presupuestario fue 11% menor y la inversión física del gobierno cayó 6.9%.